miércoles, 27 de mayo de 2009

DONDE HAY AMAPOLAS, HAY MOVIDA

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Donde hay amapolas, hay movida. Habituales de la primavera, no florecen cualquier paraje. Ruborizan campos de cereal...y de batalla. Resisten incluso algunos herbicidas. Son pioneras, polizonas de la historia, y supervivientes del paisaje rural.


Pero no en cualquier paisaje. Las amapolas salpican de rojo primaveral la Península, Baleares y Canarias. Alegran campos, barbechos, bordes de caminos, cunetas, terraplenes, solares urbanos, escombreras…Sin embargo, no las veréis en cualquier paisaje. Apenas aparecen en un prado de siega, un bosque, o tierras de labor abandonadas hace bastantes años.



En los campos de cereal. Al parecer, fenicios y griegos propiciaron en la antigüedad el comercio de grano de cereal desde Oriente Próximo. Con aquel cereal se extendió por los países ribereños del Mediterráneo una amapola (Papaver rhoeas) que proliferó en los cultivos de secano (incluidos viñedos y frutales) hasta ocupar los primeros puestos en la lista de malas hierbas de los paisajes agrarios.



...Y en los campos de batalla. Durante el s. XIX se observó en Europa que las amapolas prosperaban allí donde se había librado una batalla. Lo mismo pudo constatarse a consecuencia de las dos guerras mundiales del s. XX y nuestra Guerra Civil. El uso de explosivos salpicó de sangre y amapolas aquellos campos de la muerte.



Resistentes a la guerra química. A partir del siglo XX las amapolas entraron en contacto con un enemigo inesperado: los herbicidas. La agricultura química intenta erradicarlas con desigual resultado, sin conseguir borrarlas de la faz de la tierra agrícola. Y ya existen poblaciones que han adquirido resistencia a algunos herbicidas en los campos de cereal de invierno en Cataluña, Aragón, Castilla y León, Navarra y La Rioja.



LAS CLAVES DEL TRIUNFO

Una vida movidita. La amapola Papaver rhoeas es una especie pionera, adaptada a vivir en terrenos removidos. De ahí su éxito como colonizador de cultivos de secano, bordes de camino, solares de obras, escombreras…o campos de batalla que en los dos últimos siglos han experimentado a fondo el poder destructor de bombas y proyectiles que al explotar levantan el terreno.


Si hace falta, esperan. Una limitación de las semillas de Papaver rhoeas es que no pueden germinar si están enterradas a más de 2 cm. Así pueden permanecer en el suelo durante largo tiempo en espera de condiciones adecuadas para brotar. Entre el 63 y el 99% sigue viable transcurridos 2 años y medio. Los movimientos de terreno son determinantes para que un paisaje se cuaje o no de flores de amapola. Remover la tierra de modo somero facilita la germinación de las semillas que están en superficie. Si el movimiento de tierra es profundo, las semillas de la última temporada quedan enterradas en exceso y no germinan. Como contrapartida, cuando se hace un labrado profundo y se repite unos dos años después, las semillas que habían quedado latentes pueden volver a la superficie y germinar.



Fuertes en la adversidad. La densidad de amapolas en un paisaje decrece al suprimir el laboreo de la tierra. Esto se comprueba en barbechos antiguos, prados y, por supuesto, tierras agrarias abandonadas y en proceso de recuperación por el matorral. Como buenas pioneras, las amapolas son fuertes en la adversidad pero se vuelven incapaces en terreno estable y cubierto de vegetación que les haga la competencia.



Fugaces y prolíficas. Esta planta no vive más de 10 meses (planta anual), tiempo suficiente para que produzca entre 50.000 y 60.000 semillas diminutas por planta. Cada generación aporta tal cantidad de individuos que se multiplican las probabilidades de generar mutaciones…algunas tan útiles como para resistir a los insecticidas. Se ha comprobado que los cultivos donde se abusa sistemáticamente de esas sustancias son proclives a la aparición de poblaciones de amapolas resistentes.




Van al grano. Su antigua asociación con los cultivos de trigo y cebada ha contribuido decisivamente a la difusión de esta especie de amapola por el mundo, dada la gran extensión de los terrenos dedicados a producir cereales de secano como alimento humano y forraje animal.

Metidas en sacos de cereal o en otros recipientes y contenedores, las cápsulas viajaron -y viajan- cargadas de simiente a lo largo de miles de kilómetros por tierra y mar. El grano destinado a la siembra de trigo o cebada siempre contiene suficiente cantidad de semilla de amapola.


Y saben madrugar. Florecen en primavera, antes de madurar el grano. Cuando es tiempo de cosechar la mies, millones de micro semillas de amapola han caído ya a tierra, importante inconveniente para erradicar a esta competidora de los campos de cereal.







MÁS SOBRE AMAPOLAS:
AMO LAS AMAPOLAS


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12 comentarios:

Jesús Dorda dijo...

¡Qué bonita entrada Javier!
Ahora no consigo recordar donde lo leí, quizás en un libro de genética de poblaciones o bioestadística, cuando aún leía esas cosas. Había un ejemplo muy bonito de cómo se habían seleccionado el peso y tamaño de las semillas de amapola a la vez que las semillas de trigo de tal manera que fuesen separadas a la vez, al tener parecida densidad y resistencia al viento en las aventadoras manuales o mecánicas.
Me pareció precioso, como las amapolas.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Pues, no sé, no sé. O no fue exactamente eso lo que leíste o en el libro se confundieron. Me extraña porque el tamaño y peso de las semillas de amapola es infinitamente más pequeño que el de las semillas de trigo. Tal vez esa sea la causa de que se cuelen con facilidad por las cribas, pero si se aventa el grano las semillas de amapola se van volando y no caen en el mismo lugar que el grano. Tal vez en este segundo caso sean las cápsulas que contienen las semillas de la
amapola las que tengan un peso similar al grano. Sea como fuere, las amapolas siempre se las han apañado para no ser paja e ir al grano.

Un fuerte abrazo, Jesús.

Javier

Javier 16 dijo...

Bueno Javier, he entrado por medio de Jesús, a tu página y la verdad que, le has echado ganas y tiempo. Agradezco la completa información, mas que nada, por ver ahora con otros ojos, a la versión guerrera de la amapola.
Te iré siguiendo.
Saludos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muchas gracias, Javier, por tu visita. Espero que vuelvas de vez en cuando. Sé de ti por medio del blog de Jesús, y en alguna ocasión he visitado el tuyo. Esta mañana lo he visto, con muy poco tiempo, y volveré en breve porque veo que has puesto al conejo en la lista de reparto, una especie simpática, humilde y trascendental en la ecología ibérica.

Saludos

Fernando Avila dijo...

Hola Javier:

Vuelvo a entrar, ya que veo que no te apareció el comentario que hice hace una semana (salía con filtro).
Te decía, entonces, que las amapolas son para los que salimos al campo sinónimo de primavera, de buen tiempo, de tardes largas y brillantes.
Curiosamente nos ha calado la misma flor ya que también le he dedicado una entrada, sin haber visto la tuya, a esta preciosa flor.
Sin embargo, en Grajera las amapolas ya no cubren los campos y aparecen marginadas. Lo que sí me gustaría saber es el origen de su nombre castellano, seguro que tú lo sabes.

Un abrazo,
Fernando

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Querido Fernando:
¡Qúe bueno que viniste!

En relación a los nombres, te cuento:

Los nombres comunes de amapola y ababol proceden del arabismo hispano habapaura, formado a su vez del árabe ḥabb, semillas, y del latín papaver.

Papaver, en realidad, se refiere a la adormidera (Papaver somniferum), la amapola de la que se obtiene el opio. Parece ser que la raíz etimológica de Papaver tendría origen celta y se relaciona con papa y papilla, lo que coincide con el uso que se dio a la adormidera en la antigüedad: mezclando su jugo con la papilla de los niños para que se durmieran.

De todo lo anterior se deduce que el nombre ababol es más antiguo que el de amapola. Y las amapolas rojas (como Papaver rhoeas) tomaron su nombre prestado de la amapola adormidera (Papaver somniferum). Supongo que a esto segundo contribuyó el hecho de que las amapolas rojas también se emplearon en los campos ibéricos para adormecer a los niños.

Espero que al llegar a este renglón no te hayas dormido como un niño...

En cuanto a la marginación de las amapolas en Grajera, no le des demasiada importancia porque son plantas con muchos recursos para sobrevivir. Si no se ven en los campos de cereal puede ser que hayan empleado herbicida (lo cual resulta más difícil si se trata de cultivos de cereal de invierno, porque entonces afectaría al propio cereal). También se pueden eliminar por métodos mecánicos sin necesidad de herbicida: basta con pasar un artilugio que levanta las plantas de amapola al poco de brotar, antes de sembrar el cereal. Pero, ten en cuenta que siempre quedará un banco de semillas en el suelo esperando mejores condiciones y que bastan algunas flores de amapola en los bordes de los campos y carreteras para asegurar futuras generaciones.

Un fuerte abrazo y hasta pronto.

Lienzo tierra dijo...

Me he quedado leyéndote tan absorta como con tu poema ;-)

No tenía ni idea de la agitada vida de las amapolas ni de que había diferentes especies. Muy interesante tu entrada.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muchas gracias, Mamen, por visitarnos en El último rincón y por tus amables palabras.

marcelo dijo...

Estupendo repaso al mundo de Rhoeas, aquí abunda mucho la Dubium y, cada vez se ve menos en las zonas del Ribeiro. Debe de ser el abandono del cultivo del centeno que se ha ido dejando desde hace ya anos. Su lugar preferido son los taludes que caen hacia las viñas o, bordando los cultivos de huerta.

Saludos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Hola, Marcelo. Papaver dubium, aún siendo prima cercana de Papaver rhoeas, es algo más estricta en sus requerimientos, al menos en lo relativo a la acidez del suelo, pues prefiere los ácidos. Por lo demás, cualquier laboreo (sin excesivo abono)debería favorecerla. Tal vez esa reducción que comentas en las zonas del Ribeiro se relacione con los herbicidas.
Gracias y mis saludos para ti.

Angel Febrero dijo...

Una gozada de entrada como siempre! abrazo!

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muchas gracias por tus palabras, Ángel.
Otro abrazo para ti.