martes, 1 de diciembre de 2009

APUNTES DE LA PATAGONIA. Deshielo austral

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Recién regresé de allá. Allí, o allá, es la punta austral de América: la Patagonia, argentina y chilena. Un lugar en el mundo, en su extremo Sur, donde los vientos exhalan hálitos de La Antártida y del Pacífico hacia las nieves de la cordillera andina resecando luego su aliento en páramos infinitos.

Regreso de un viaje extenso e intenso, desmedido. Viaje al punto en que el planeta guarda sus más grandes campos de hielo inmediatamente después de la Antártida y Groenlandia. Unos 22.000 kilómetros cuadrados de paisaje helado y centenares de glaciares bajando las vertientes andinas de Chile y Argentina.

Este año el mes de noviembre, final de la primavera austral, ha sido inusualmente frío y desapacible. Sin embargo, allí-allá, también se hace notar el cambio climático, la tendencia a la regresión glaciar y un calentamiento jamás registrado en los últimos 400 años.



El verano austral deshiela nieves y glaciares en torrentes, en canales y lagos inmensos con témpanos blanco azulados. Y miles de turistas surcamos en barco esas aguas puras. Y en los tragos de whisky o de pisco sour a veces flota una piedra de hielo de glaciar.

Hielo fundido. Porque es verano. Porque me lo han puesto en el vaso. Y porque, con ese trago, he tomado demasiados aviones, autobuses y barcos como para derretir un poco más esos glaciares que tanto admiro, amo...y mato.


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21 comentarios:

ana dijo...

Nos has dejado algo inmenso en esa transparencia del hielo... en esa que matas y a la vez que admiras.

Tanto silencio... y te encontramos a la vuelta, con la retina llena de hielo.

Qué bien el regreso. Y tus palabras...

Jesús Dorda dijo...

Hola Javier,
Me alegro de volverte a leer, aunque nos dejes helados.... de envidia. Esperamos a que nos cuentes más cosas, que este hielo se nos ha fundido enseguida.

Anónimo dijo...

Parece ser que creemos que tenemos muchos planetas tierra o al menos parece que tenemos otros mundo para habitar una vez que terminemos de calentar y de matar este que ahora disfrutamos sin ninguna conciencia y no lo digo por el hecho de colocar un trozo de hielo en un vaso para tomar algo frío lo digo por que casi todos los glaciares han retrocedido en estos últimos 20 años, por que el agua potable es cada vez menos potable y por que hay millones de seres humanos en condiciones de extrema vulnerabilidad sanitaria, acá en Mendoza por ejemplo se registran temperaturas mucho más altas que antes y en corto tiempo una gran población va a sufrir su costumbre de despilfarrar el agua con una absoluta carencia de ese elemento, pero parece ser que el hombre necesita llegar al extremo de las cosas para darse cuenta que debería ser menos ambicioso y más respetuoso de su único planeta que es de todos.

Un gusto tu blog.

Desde Argentina Mendoza.

Gustavo Cavicchia.

Mi Blog

Carmen Montoro dijo...

Que bueno que ya estés de vuelta, Fcº javier, se te echó en falta!

Y vuelves de la Patagonia, de alli-allá donde el deshielo austral se muestra "avasallador". Tus fotos son geniales, esa mirada tuya, es tan auténtica...on the rocks!

Como entiendo lo que cuentas, yo también la maté, después de amarla tanto.

Un cálido abrazo!

Anónimo dijo...

Bienvenido, Javier.
En esta ocasión nos dejas un poco de frío, de hielo, y de envidia por qué no decirlo.
¡Qué bien sienta viajar y saber disfrutar, mimetizándote en el día a día!.

Curioso lo que cuentas sobre el tiempo desapacible e inusual en esta época del año por allí-allá. Nos dejas pensando en el cambio climático y sus consecuencias...

Porque los aviones cansan y todos lo sabemos, las guaguas también y los barcos....¡qué dura es la vida del turista, oye! Salud por ese trago (admirar, amar, matar). Creo que esas tres palabras encierran cuanto menos otra historia ¿te animas?

Un fuerte abrazo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Gracias, Ana, por tu comentario. Después del silencio, aquí estamos…con la mente aún eclipsada por la belleza de los hielos australes. No hay palabras para ellos, aunque se intente. Saludos, Ana.

Hola, Jesús. Da gusto encontrarse de vuelta a amigos tan dispuestos a romper el hielo de las ausencias. Sin duda que a esta “fría” entrada seguirán otras para ir entrando en calor por aquellas latitudes australes. Un abrazo, Jesús.

Muchas gracias por tu comentario, Gustavo. Ciertamente no son buenos tiempos ni para los glaciares ni para la cantidad y calidad del agua potable disponible. En Argentina me comentaron que existen zonas con una alarmante sequía, al igual que las tenemos en España. La tendencia a las sequías y a la pérdida de masas de agua potable es progresiva, esperemos que no llegue además a ser irreversible. Los seres humanos, como muchas otras especies oportunistas, no somos precavidos y tendemos a guiarnos por impulsos dictados por la inmediatez. Hasta que no se cierra el grifo no solemos actuar. Lamentablemente en el cambio climático las causas y los efectos no se corresponden en el tiempo, de modo que aunque las emisiones actuales de CO2 se recorten drásticamente las consecuencias negativas seguirán en un futuro…y eso no ayuda a que los gobiernos actuales apliquen medidas (decisivas e impopulares) que les resten votos. Pero no sólo hay que mirar hacia los políticos, uno mismo cae en contradicciones tan insensatas como dejarse llevar por la belleza de los glaciares acudiendo a ellos en un vuelo transoceánico de alto coste energético y consiguiente perjuicio ambiental…sobre esos propios glaciares.

Otro cálido abrazo para ti, Carmen…que tan bien entiendes lo que siento y confieso en esta entrada: la contradicción en que vivimos quienes amamos tanto la Naturaleza que no somos capaces de renunciar a parte de ella...aunque debiéramos.

Otro fuerte abrazo para ti, Neli, y gracias por tu comentario de bienvenida. Amar, admirar y matar…encierran una o muchas historias que en mi caso parecen no tener ni principio ni fin, ni pies ni cabeza. El placer inmenso de contemplar tanta belleza natural como atesora nuestro planeta se paga con la abrumadora culpabilidad de haber contribuido a su destrucción consumiendo cantidades excesivas de combustibles fósiles para llegar hasta allí-allá.

Javier G. Pérez dijo...

Qué tal Javier. Ya era hora de recuperarte en la tertulia de causas casi perdidas.
Ayer te leí en el blog de Jesús, en el cual, comenté un día después por lo cansado que llegué del trabajo; pero a ti, he preferido darte el recibimiento personal, de modo más relajado.
A pesar del lamentable estado del casco polar y, la inexplicable indecisión humana para reaccionar contundentemente ante todos los problemas que atañen a la tierra; deseo que hayas tenido un feliz y didáctico viaje. Entre otras cosas, espero, que vengas con una enorme carga enérgica, capaz de solventarte, todo el desgaste físico al que tendrás que enfrentarte en el futuro.
Saludos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Javier, agradezco muy cordialmente tu recibimiento. El viaje austral, en efecto, ha sido feliz y didáctico…aunque algo ajetreado (la verdad es que uno se va haciendo mayor). No sé si vengo con una gran carga de energía pero puedo asegurarte que he venido cargado de nuevas sensaciones, observaciones e imágenes. Y, como bien sabemos, esos son ingredientes básicos para seguir alimentando nuestras ganas de vivir y curiosear en este planeta.
Saludos para ti.

juanmir dijo...

¡qué maravilla!, uno de los finales del mundo, si es que el mundo tiene algún principio. Después de ver aquello tiene que cambiar algo en tí, tiene que aumentar más si cabe la conciencia del planeta en el que vives ¿verdad?
Saludos

Montse Viver dijo...

Vivir en contradicción constantemente, podria ser el castigo a nuestra audacia desnortada, y nuestra ambición sin límites. Al menos tú eres consciente de ello, me alegra poder leer tus crónicas naturalistas que tantas cosas nuevas, o viejas ya olvidadas nos regalas con tus escritos tan científicos y tan poéticos a la vez :

"...donde los vientos exhalan hálitos de la Antártida y del Pacífico hacia la cordillera andina, resecando luego su aliento en páramos infinitos"

Un abrazo.

ANZAGA dijo...

Excelente viaje y como siempre excelentes y didácticos comentarios.

Ya ves como andamos; diciembre y sin frío...

Saludos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Hola Juanmi, tienes razón: el mundo no tiene ni principio ni fin geográficos…pero allí-allá se siente uno muy al final-lejos de todo, y sin embargo se respiran aires del principio de los tiempos. Cualquier momento y lugar ayudan a aumentar nuestra conciencia del planeta. Aunque allí-allá lo difícil es no sentirlo.
Saludos para ti, Juanmi.


Gracias, Montse, por tus palabras. Sí que perdí el Norte en esta ocasión…y me fui al Sur más profundo y ahondé aún más mis contradicciones. Quizá sea lo único digno que nos queda en estos tiempos confusos: asumir nuestras incoherencias.
Otro abrazo, Montse.


Agradezco tu comentario, ANZAGA. Estoy completamente de acuerdo contigo, se trató de un excelente viaje a un remoto y magnífico destino.
Curiosamente este otoño ha sido cálido y seco por aquí, mientras que allí-allá el final de la primavera ha resultado más fresco y lluvioso que en temporadas anteriores (casi como decenios atrás).
Saludos, ANZAGA.

Lluís Sogorb dijo...

Bienvenido de nuevo. Veo, que haciendo honor al nombre de este blog, te has marchado al último rincón, o a uno de ellos. Incisivos como siempre tus comentarios, dejando todas esas reflexiones sobre los males que hemos provocado a este planeta, que nos hemos provocado, pues nosotros también somos este planeta.
Un gustazo tenerte de nuevo aquí, para poder seguir disfrutando de tus palabras e imágenes. Un saludo

Lienzo tierra dijo...

¡Te fuiste a la Patagonia! ¡Qué calladito te lo tenías! ;-)

Me encantó la misma frase que resalta Montse. Bueno, me gustó toda tu entrada. Entiendo lo que piensas, no puede uno evitar sentirse cómplice de la destrucción. A mí me ha pasado varias veces en diferentes situaciones.

Lo de los trocitos de glaciar en el vaso no comment.

Esperamos más apuntes. Un beso.

Raúl M. Olmos dijo...

Qué bien que andes por estos lares otra vez, ya tenía ganas de leer una de tus entradas!! Ese mundo, porque es otro mundo, debe ser espectacular, una maravilla más de las muchas que tenemos en nuestro planeta y una más que nos estamos cargando entre todos...
Saludos Javier!!

Anónimo dijo...

Con tu entrada me has estremecido, emocionado. Ese hielo tan hermoso, delicado y moribundo al otro lado del mundo... Envidio sanamente tu viaje, tanto como suscribo plenamente tus palabras.

Un fortísimo abrazo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Sí, Lluís, allí-allá está uno de los muchos últimos rincones de este ancho mundo…y esperemos que lo siga siendo, como siempre ha sido. Muchas gracias por tu visita y palabras.

No me lo tenía callado, Mamen…simplemente no lo comenté. No me gusta presumir de nada, y encima estos viajes –a pesar de su magnitud o precisamente por ello- ponen muy en evidencia el desajuste entre nuestros deseos y nuestras convicciones.
Un beso también para ti.

Efectivamente, Ramuol, aquel es un mundo espectacular en el que se combinan páramos desérticos, lagos inmensos, misteriosos bosques y bellísimos glaciares…todo multiplicado por esa grandiosa dimensión que en general cobra la Naturaleza en América, comparada con nuestros paisajes europeos.
Gracias por tu bienvenida. Saludos para ti.

¿Qué tal Trotalomas? Como ves-lees regreso de trotar por esos mundos y emocionarme intensamente ante sus paisajes. Quisiera transmitir parte de aquello, ser nexo entre el allí-allá y el aquí-acá. Aunque difundir el amor a los territorios de la Vida a veces nos cuesta la pérdida de la coherencia.
Otro fortísimo abrazo para ti.

Bibiano Montes dijo...

Javier me has dejado "frío", con tu entrada , ha sido todo un acierto al seleccionar las fotografías de los vasos con los trozos de hielo. Has conseguido que reflexionemos , que también nos sintamos partícipes de ese calentamiento cambio global y demás problemas ambientales. Pero yo de momento al igual que Carmen se que también "la mato" y no renunciaré a comerme un chuletón de ternera porque las vacas también emitan el metano con efecto invernadero.
Un abrazo,

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Tranquilo, Bibiano, que un chuletón de vez en cuando tampoco será tan grave (salvo para la vaca propietaria). En cuanto a los trozos de hielo (de glaciar) en mi vaso, la cosa da que pensar. Su forma y fusión se me antojó todo un símbolo…e instintivamente tomé esas fotos.

Otro abrazo, Bibiano.

Josélez dijo...

Aunque ya vi hace tiempo la entrada, no quería dejar de comentarla.
Sugerente, como siempre, nos has dejado esta guinda precursora de tu viaje, que espero que siga más adelante en alguna continuación, serie o capítulo.

Los cubitos de hielo en el vaso dan un poco de depresión, con el muy bien traído calentamiento y derrite de los polos, pero también hace ilusión -supongo- pensar que te estás bebiendo un poco de agua pura quizá inmóvil desde hace siglos, milenios o más, retenida en un glaciar que injustamente (según la opinión de algunos, entre otros el propio glaciar) está venido a menos. Quizá una mezcla de amargura, pena, admiración de la naturaleza, etc., tan propio de los que amamos la naturaleza y vemos los cambios a peor que van pasando y que suele crear o propiciar nuestra especie. Y no lo digo por lo del calentamiento global solamente.

Y mucha envidia, también... Me alegro de que hayáis venido sanos y salvos de esas tierras tan frías, seguro que habréis disfrutado un montón. Me alegro mucho! Un abrazo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Efectivamente, Josélez, esto no es más que el principio: "la punta del iceberg", como quien dice, de otras entradas a La Patagonia. Todo llegará.

El mejor consuelo ante un trago con hielo de glaciar es el excelente sabor y textura que otorga a esa bebida. Había oído hablar de las singulares características que estos hielos confieren pero hasta que no se prueba no se sabe a qué se refiere el asunto. Por otra parte, es una especie de comunión con el glaciar, es su sangre helada...que luego correrá por nuestras venas y nutrirá nuestro organismo.

Son cosas que se te ocurren cuando te bebes un glaciar con alcohol...

Otro abrazo para ti, Josélez.