miércoles, 16 de junio de 2010

El enebro embalsa(ma)do

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Un día de mayo de 1977 el enebro sintió, por primera y última vez en su vida, el contacto excesivo del agua. Hacía tiempo que el nivel del río crecía desmesuradamente. Las aguas subían imparables desde lo hondo del valle.


El enebro nació con el siglo, aproximadamente entre 1900 y 1910. Aquella primavera, a sus 70 años, experimentó lo nunca acaecido en aquellos parajes montanos: el río se elevó varias decenas de metros por encima de su cauce habitual. Al principio sus raíces percibieron el agradable frescor de la tierra húmeda. Luego, lenta e inexorablemente, la marea de agua dulce lo asfixió y lo rebasó.

 

Aquella fue la primera vez en que el enebro, ya muerto, ingresó en otro mundo, el paisaje subacuático de un nuevo embalse. Quedó silenciosamente sumergido más de un año, hasta agosto del siguiente, cuando el agua se retiró de sus raíces.




Durante dos años su cadáver fue expuesto en superficie a la intemperie del sol, las lluvias, las nieves y hielos. Expuesto a la escarcha, las aves, los hongos y los insectos.



Por segunda vez recibió las aguas, en junio de 1980. Y por tercera vez en 1988. Y por cuarta en 1991…Y así su esqueleto de madera perdió la cuenta de las mareas, de las fluctuaciones que inoculan agua en sus fibras o lo orean al viento.


Encontré al enebro (Juniperus oxycedrus) al borde de esa orilla incierta. En el tránsito de la pradera, la arena y el cieno. Me quedé mirándolo perplejo. Tomé nota para recobrar su memoria. A lo largo de 33 años (1977-2010) el enebro permaneció sumergido aproximadamente 38 meses. De modo intermitente soportó lavados intensos y cambios drásticos de humedad, suficientes para eliminar de la madera los compuestos químicos (fenoles, taninos) útiles contra insectos, hongos y bacterias de la pudrición. Pero el tronco de enebro oxicedro está hecho “de otra madera” especialmente impregnada de aceite esencial, taninos y resina, ungüento que otorga a estos árboles (igual que a cipreses y sabinas) su extraordinaria imputrescencia.



En el antiguo Egipto emplearon aceite de ciprés para conservar momias, un tratamiento caro. Según Herodoto, existió un modo más modesto de embalsamar introduciendo un líquido grasiento -extraído del enebro oxicedro- en el aparato digestivo de quienes ya no harían más digestiones.


…Todo esto me descubrió la momia incorrupta de un enebro oxicedro. Treinta y tres años después de su muerte por ahogamiento.





HISTORIA BASADA EN HECHOS REALES

  • Este enebro oxicedro fue hallado y fotografiado el 8 de mayo de 2010 en las orillas del embalse del Atazar (río Lozoya), la mayor infraestructura de captación de aguas para Madrid.
  • El ejemplar, ubicado a escasos metros de la cota máxima del embalse, presenta un tronco añoso (aprox. 65-70 cm de perímetro a 1 m de altura) equiparable a unos 70 años de edad.
  • Siguiendo las estadísticas de la presa, las aguas embalsadas alcanzaron la cota en que vivía el enebro en mayo de 1977. Hasta agosto de 1978 no bajó el agua por debajo de esa cota. Quedó completamente sumergido en: 1980 (4 meses), 1988 (3 meses), 1991 (3 meses), 1996 (3 meses), 1998 (2 meses), 2001 (3 meses), 2003 (2 meses), 2004 (3 meses). Completamente emergido en: 2005, 2006. No dispongo de datos desde 2007 a 2009, aunque la capacidad embalsada en julio de 2007 (86%) permite deducir que el árbol no quedó bajo el agua.
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32 comentarios:

Pilar dijo...

me ha encantado Javier¡¡¡
qué hermosa historia real aunque triste...
la inmortalidad tiene de malo precisamente su origen, ese punto fatídico en que todo se acaba para empezar a ser eterno...
hubiera preferido este enebro dar cobijo y sustento, tener vida en la savia... poder jugar con el viento o sentir esa humedad al pie del agua fresquita :)))
saludos

Lienzo tierra dijo...

Qué bonita entrada. Me ha encantado todo lo que sabes ver en ese árbol, tristemente hoy cadáver. Ojalá todo el mundo supiera ver lo mismo.

Una preciosidad de entrada y de sentimientos. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu manera de dar vida a lo que ya la perdió.
Basta una mirada para ser capaz de sentir y entender, de querer hablar en boca de ese enebro.
De gritar a los cuatro vientos su historia y sus acontecimientos.
No conocía esas características que tiene ni lo que cuentas sobre las técnicas de momificación.

Yo también me quedo mirándolo e imagino un enebro lleno de vida que da cobijo y sombra, que da vida y forma parte de la naturaleza. Un enebro frondoso al que fotografiar e inmortalizar.

Gracias por acercarnos a estas realidades, Javier.
Un beso.

Máster en nubes dijo...

De verdad, Javier... ¿tú no podrías vivir de este tipo de observaciones de alguna manera que tan bien detallas?

Ay, esa madera "interna" que no se pudre, a prueba de todo, qué cosas tiene la naturaleza. Un abrazo.

Javier G. Pérez dijo...

La triste historia no es la de un enebro, si no, la de tu enebro. Me imagino las horas que le echarías mirándolo, conociéndolo con toda su envejecida fronda. Es lo que tienen los embalses: quitan vidas establecidas, a cambio de otras por establecerse.
Emotiva historia y con mucho mensaje.
Saludos.

Montse dijo...

Nos cuentas una historia real como la vida misma, de forma tan extraordinaria que con tus palabras vuelves a darle vida al enebro y a través de tu mirada en el tiempo lo haces renacer.
Nada queda en el olvido para tí, ni siquiera la existencia de un árbol que ya no está.

Preciosa manera de sentir y hacernos sentir contigo, Javier.

Besos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Seguramente, Pilar, todo lo que dices lo hubiera preferido el enebro (si pudiera elegir). Todo, menos lo de la humedad del agua fresquita porque estos árboles son de secano y no soportan demasiada humedad en la tierra (¡aunque parecen inmortales a la acción del agua!).
La inmortalidad es un sueño (un deseo contradictorio) que, como indicas, requiere la muerte previa. El enebro no alcanzó la inmortalidad, quizá tampoco la alcanzaron los antiguos egipcios...lo que sí lograron fue la extraordinaria permanencia de su imagen y recuerdo en el tiempo.
Gracias y saludos para ti.

Muchas gracias, Mamen. A veces, sin saber muy bien por qué, hallamos algo (alguien) en el campo que llama particularmente nuestra atención...siempre puede ser el comienzo de una interesante historia que vivir, descubrir y contar.
Saludos.

Hola, Neli. Ciertamente, en ocasiones una primera mirada (apenas un instante) pueden ser suficientes para sentir y descubrir lo que otro ser vivo (incluso su sóla imagen) transmite de sí mismo y el paisaje que lo rodea.
Gacias a ti y recibe otro beso.

Pues, Aurora, no será por intentarlo. Me he pasado unos 30 años en ello (casi, casi, los que lleva muerto el enebro de esta historia). Con desigual fortuna he compaginado la divulgación y otras actividades profesionales. Seguro que en otro país (pongamos que hablo de Gran Bretaña, Holanda, Alemania, Francia...) con más tradición (y mercado) naturalista las cosas nos pintarían mejor a los divulgadores ambientales.
De todas formas, aquí seguimos, como el enebro: antes muertos (de hambre) que perder la madera de que nos hicieron.
Otro abrazo para ti.

Gracias, Javier. En esta ocasión (contra lo que pudiera parecer) no se trata de un árbol conocido de antemano sino de un encuentro fortuito un día de campeo naturalista. Pero hay instantes, imágenes, que nos llegan especialmente adentro y este fue el caso. Un árbol momificado se convierte en un tótem, un símbolo que nos conecta con otros seres y nos traslada en el tiempo a otros paisajes y generaciones.
Los embalses nos dan agua y energía, pero también nos quitan mucha vida . Este enebro forma parte de los restos de un gran naufragio.
Saludos para ti.

Gracias, Montse, por tus palabras. Si he conseguido revivir en vosotros la historia de este enebro es que he logrado, de algún modo, materializar lo que su contemplación (algunos dirían su espíritu) me transmitió.
El enebro, aunque muerto, sigue estando ahí...en su propia imagen de madera.
Besos para ti.

Fernando J. Feliu dijo...

¡Qué historia tan entrañable!

Al menos, que podamos pensar que sabinas y enebros están protegidos actualmente por la ley, aunque a la hora de la verdad, en casos como éste ni siquiera se plantean salvar el árbol antes de proceder a las obras.

Ahí tenemos un testigo de la historia, que a pesar de su estado actual, nos sigue revelando información

Un saludo.

Olga Bernad dijo...

Ostras, qué historia. La biología es pura aventura (perdón por la rima;-)
Buen finde.

Montse Viver dijo...

No sabia los secretos del embalsamamiento en Egipto, ni que los enebros poseian substancias conservantes tan potentes.
Es una delicia ver como sabes explicar las cosas con la precisión de un científico y el arte de un poeta.

Un abrazo,

Montse

Ars Natura dijo...

Qué tío! cómo sabes ver la historia natural. Qué bien interpretas la naturaleza. Ojalá todos tuvieramos un poco más de apreciación de lo que me rodea.

Bibiano Montes dijo...

Conmovedora la historia de este árbol. Miles de años de evolución de la especie, 70 años de vida soportando con éxito todas las adversidades, hasta que se las vio con el animal humano.
Seamos optimistas, lo más probable es que en ese tiempo haya dejado descendencia viable.
Un saludo,

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Es verdad, Fernando, que ahora hay más leyes proteccionistas...y que de nada sirven frente a la desmesura de las grandes infraestructuras.
¡Cuánta Naturaleza nos hemos llevado por delante...y aún así sigue siendo generosa con nosotros!
Otro saludo para ti.

Pues ya ves, Olga. La biología tiene tanto de aventura como la propia Vida.
Gracias por la visita y buen fin de semana también para ti.

Como siempre, tan ambable, Montse. Agradezco mucho tu comentario.
Otro abrazo para ti.

¡Eso, ARS: historia natural! Historias de otros seres que también nos salpican. La empatía con lo que nos rodea es la mayor garantía de su conservación.
Muy agradecido por tus palabras.

Sí Bibiano, el animal humano es (somos) capaz de transformar paisajes enteros. En esta ocasión no fue el hacha sino algo más poderoso: el agua retenida por el hormigón...¿Quién sabe si acabarán arraigando enebros en las futuras ruinas de esta gran presa?
Gracias y otro saludo para ti.

Lluís Sogorb dijo...

Preciosa y emotiva entrada, en la que queda de manifiesto una vez más la incidencia de nuestras acciones en la naturaleza, en la VIDA que nos rodea. Un abrazo

Mabel G. dijo...

Este árbol está realmente hecho "de otra madera", como tan bien lo has puesto en tu entrada.
Además de informar por lo que ha pasado este árbol excepcional, de haberlo relatado como un cuento, nos has dado pautas de cómo se usaba en el pasado.
Te aseguro Fco.Javier que he disfrutado totalmente con esta lectura de tu entrada y con las fotos !
Gracias amigo! y un abrazo !

Jesús Dorda dijo...

Hola Javier,
A mi no me sorprendes, son demasiados años, solo me relajo y disfruto una vez más de tu manera de contar las cosas y de interrelacionar conocimientos y sentimientos.
A veces tenemos una conexión extraña. Hace solo unos días comentaba a mis chicas sobre los árboles que asomaban sus ramas en medio del embalse de Santillana, donde era típico ir a ver los cormoranes.
Ya no se ven, ni las ramas, que debían ser de fresno, ni los cormoranes, que en cambio abundan en otras zonas.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Sí, Lluís, una de las cosas que pueden deducirse de esta historia es que nuestras acciones cotidianas (el simple hecho de abrir un grifo en casa) afectan (a veces demasiado) a la vida de otros seres vivos.
Gracias y recibe otro abrazo.

Otra madera, Mabel, y otra manera de contarlo. En ocasiones (siempre) es interesante y enriquecedor ponerse en la piel de los demás...aunque esa piel sea de madera.
Gracias a ti. Y otro abrazo para ti.

Son consecuencias de una larga y profunda amistad, Jesús. Sentimos de semejante modo tal vez por haber compartido muchos paisajes vitales...como estos embalses que dan y quitan vida.
Un abrazo.

Carmen Montoro dijo...

En mi último post, "sort/suerte" una foto muestra una encina robusta, con el corazón del tronco casi hueco, y las raices sumergidas en el embalse de la Alqueva... me senté en ella a reflexionar. Pensé en muchas cosas, mi corazón también herido, me permitio valorar a todos aquellos árboles que después de años de resistencia perdieron.

Y llego a tu sitio, y me encuentro con la historia de este enebro derrotado, embalsa(ma)do... Las lágrimas rompieron, saladas éstas, aunque sigo creyendo que otro mundo es posible... y tengo la certeza de que tú, Fcº Javier Barbadillo, tendrás que contarlo.

Un abrazo, amigo!

un sitio diferente

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muchas gracias por tu visita, Carmen. Hay árboles que nos llaman especialmente la atención, unos por su vitalidad, otros por su agonía o tan sólo por lo que queda de ellos. El árbol, a diferencia de nosotros, no puede irse de donde está, es una estaca de Vida clavada en la tierra, un intermediario entre lo de arriba y lo de abajo. Cuando los árboles mueren en cantidad siempre es porque falla algo en el mundo. Y el fallo normalmente es de origen humano.
Ciertamente, Carmen, otro mundo es posible...y necesario. Todos tenemos que buscarlo y contarlo.
Otro abrazo para ti, amiga.

diminuto blog dijo...

Qué buena historia, digna de un manual de criminología.
Se agradece el trabajo, porque es muy ameno y didáctico.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Hola Diminuto Blog, bienvenido. Gracias por tus palabras. Si te gustan historias así, te recomiendo que leas la entrada titulada "Y UN PAR DE CUERNOS" (la encontrarás pinchando en "TODOS LOS TÍTULOS PUBLICADOS HASTA HOY"), es todo un caso de ecología para forenses.
Saludos.

diminuto blog dijo...

Gracias. Iré a ver.

sebi_2569 dijo...

very interesant blog, bravo

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Gracias a ti, Diminuto blog, por tu interés.

Thank you very much, Sebi!

Anónimo dijo...

Los árboles son Historia tangible, son historias inolvidables tanto en vida como, tal y como nos muestras de un modo magistral, ya difuntos. Si la narración nos mantiene en vilo las fotografías son espectaculares. Me ha encantado, es una aventura realmente maravillosa la de este enebro.

Un saludo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muy agradecido, Trotalomas, por tus amables palabras.
Claro que sí, los árboles son un magnífico registro de la historia natural de los paisajes y de sus cambios.
Otro saludo para ti.

juanmir dijo...

Cuánto tiempo Francisco Javier sin pasarme por tu rincón; una maravilla de entrada. Una narración de primera que te crea adicción.
Saludos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muchas gracias, Juanmi, por tu visita y palabras, especialmente por venir de un autor que cuida tanto el estilo y el contenido de sus entradas.
Saludos para ti.

Ofelia Gasque Andrés dijo...

Leo tu comentario en el Blog de Montse y el instinto blogero de mi dedo clika en tu enlace.....y me encuentro con esta maravilla en la que se dan la mano la sabiduría y la poesía.
Así que con tu permiso, me encantaría estar cerca de ti.

Un abrazo y un montón de felicidades.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Me alegra, Ofelia, que siguiendo el instinto hayas llegado hasta aquí.
Agradezco mucho tus palabras y contar contigo como seguidora. Espero que encuentres asuntos de tu interés.
Otro abrazo para ti, y hasta pronto.

Josélez dijo...

Bueno, Javier, maravillosa entrada llena de documentación y minuciosidad, propia de alguien que sabe mirar con un detenimiento e interés los signos y los restos de naturaleza. Ojalá no se nos quite esa mirada de curiosidad hacia la naturaleza a los demás.

Un abrazo, y espero que vuelvas pronto de vacaciones y nos deleites con otro de tus artículos.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

¡Qué alegría, Josélez, verte de nuevo por aquí!
Esa mirada de curiosidad no creo que se nos quite fácilmente a ninguno de los que sentimos la Naturaleza en nuestra propia piel.
Gracias por tus palabras.
Un saludo.