Guía para interpretar colores del paisaje otoñal en bosques mixtos del alto Pirineo.
AMARILLOS
Los álamos temblones (Populus tremula) pasan del verde grisáceo a una fase amarilla que tiende a concluir en admirable rojo cobrizo.
El verde de los fresnos del norte (Fraxinus excelsior) se va aclarando y empieza a palidecer para pasar a un amarillo lúcido.
El verdor de los abedules (Betula pendula y B. alba) se torna amarillo dorado con algunos tonos marrón claro.
Los rosales (Rosa sp.) alcanzan el amarillo vivo.
Un amarillo claro se advierte en el sauce cabruno (Salix caprea).
Gradualmente las hayas (Fagus sylvatica) adquieren un dorado mágico que se desvanece en amarillo herrumbre.
Los arces (Acer platanoides) se engalanan de amarillo vivo que es anaranjado o enrojecido en otoños fríos y luminosos.
Los tilos (Tillia platyphyllos) y los olmos de montaña (Ulmus glabra) igualmente amarillean.
El cerezo aliso (Prunus padus) verdeamarillea modestamente llegando a enrojecer en las mejores otoñadas.
OCRES y PARDOS
Los avellanos (Corylus avellana) van del verde al verde amarillento y al marrón.
El saúco rojo (Sambucus racemosa) tiende al amarillo claro y después al marrón.
Los serbales de cazadores (Sorbus aucuparia), en otoños soleados y sin hielos, se limitan a un amarillo que rematarán en colores pardos.
El mostajo (Sorbus aria) suele vestir de austero, aunque elegante, pardo plateado si bien obtiene un dorado herrumbre en otoños propicios.
Los bojes (Buxus sempervirens) se invisten de solemne verde pardo.
Los robles pubescentes (Quercus humilis o Q. pubescens) viran paulatinamente al pardo amarillento.
NARANJAS, ROSAS y ROJOS
Los serbales de cazadores (Sorbus aucuparia) instalados en zonas altas ofrecen copas rojizas sin apenas amarillo por haber pasado directamente del verde al rojo, proceso que se acelera en laderas umbrías y con suficiente frío.
Los álamos temblones (Populus tremula) detentan su máximo esplendor afianzados en el rojo cobrizo.
Los guillomos (Amelanchier ovalis) resaltan en exposiciones rocosas donde mutan del verde al amarillo anaranjado, al anaranjado y al pardo anaranjado.
Las griñoleras (Cotoneaster nebrodensis) se transfiguran del verde al amarillo anaranjado y al rojo encendido.
Los cerezos silvestres (Prunus avium) exhiben un espléndido rojo vivo aunque simultáneamente puedan mantener hojas verdes.
El endrino (Prunus spinosa) amarillea su follaje excepto si los fríos lo pintan de un peculiar rosa.
Los bojes (Buxus sempervirens) flamean tonos anaranjados bajo el azote de las heladas.
Las hojas del cornejo (Cornus sanguinea) adquieren un singular rojo vino.
VERDES
Además se aprecian verdes claros y oscuros. Entre los verdes oscuros destacan dos coníferas características de las montañas pirenaicas: los abetos (Abies alba) de copa muy piramidal y los pinos negros (Pinus uncinata) comparativamente más claros que los abetos.
Los verdes más vivos delatan especies de hoja caduca que aún no han iniciado el cambio de color. En estos bosques mixtos caducifolios se manifiesta cierta discontinuidad cromática: no todas las especies dejan de ser verdes al mismo tiempo, ni tampoco todos los ejemplares de una misma especie.
GRISES
Son los tonos dominantes tras desaparecer las hojas del bosque caducifolio. Esos grises combinarán hasta la primavera con otros colores -en tonalidades suaves- producidos por yemas de hojas o por incipientes amentos (conjuntos florales).
Más sobre el otoño: AMARILLOS
Los álamos temblones (Populus tremula) pasan del verde grisáceo a una fase amarilla que tiende a concluir en admirable rojo cobrizo.
El verde de los fresnos del norte (Fraxinus excelsior) se va aclarando y empieza a palidecer para pasar a un amarillo lúcido.
El verdor de los abedules (Betula pendula y B. alba) se torna amarillo dorado con algunos tonos marrón claro.
Abedul (Betula alba).
Los rosales (Rosa sp.) alcanzan el amarillo vivo.
Un amarillo claro se advierte en el sauce cabruno (Salix caprea).
Gradualmente las hayas (Fagus sylvatica) adquieren un dorado mágico que se desvanece en amarillo herrumbre.
Hayas (Fagus sylvatica).
Los arces (Acer platanoides) se engalanan de amarillo vivo que es anaranjado o enrojecido en otoños fríos y luminosos.
Arce (Acer platanoides).
Los tilos (Tillia platyphyllos) y los olmos de montaña (Ulmus glabra) igualmente amarillean.
El cerezo aliso (Prunus padus) verdeamarillea modestamente llegando a enrojecer en las mejores otoñadas.
Bosque mixto en otoño. Alto Pirineo.
OCRES y PARDOS
Los avellanos (Corylus avellana) van del verde al verde amarillento y al marrón.
El saúco rojo (Sambucus racemosa) tiende al amarillo claro y después al marrón.
Los serbales de cazadores (Sorbus aucuparia), en otoños soleados y sin hielos, se limitan a un amarillo que rematarán en colores pardos.
El mostajo (Sorbus aria) suele vestir de austero, aunque elegante, pardo plateado si bien obtiene un dorado herrumbre en otoños propicios.
Mostajo (Sorbus aria).
Los bojes (Buxus sempervirens) se invisten de solemne verde pardo.
Los robles pubescentes (Quercus humilis o Q. pubescens) viran paulatinamente al pardo amarillento.
Serbal de cazadores (Sorbus aucuparia).
NARANJAS, ROSAS y ROJOS
Los serbales de cazadores (Sorbus aucuparia) instalados en zonas altas ofrecen copas rojizas sin apenas amarillo por haber pasado directamente del verde al rojo, proceso que se acelera en laderas umbrías y con suficiente frío.
Los álamos temblones (Populus tremula) detentan su máximo esplendor afianzados en el rojo cobrizo.
Los guillomos (Amelanchier ovalis) resaltan en exposiciones rocosas donde mutan del verde al amarillo anaranjado, al anaranjado y al pardo anaranjado.
Guillomos (Amelanchier ovalis).
Las griñoleras (Cotoneaster nebrodensis) se transfiguran del verde al amarillo anaranjado y al rojo encendido.
Los cerezos silvestres (Prunus avium) exhiben un espléndido rojo vivo aunque simultáneamente puedan mantener hojas verdes.
El endrino (Prunus spinosa) amarillea su follaje excepto si los fríos lo pintan de un peculiar rosa.
Endrino (Prunus spinosa).
Los bojes (Buxus sempervirens) flamean tonos anaranjados bajo el azote de las heladas.
Las hojas del cornejo (Cornus sanguinea) adquieren un singular rojo vino.
Bosque mixto en otoño. Alto Pirineo.
VERDES
Además se aprecian verdes claros y oscuros. Entre los verdes oscuros destacan dos coníferas características de las montañas pirenaicas: los abetos (Abies alba) de copa muy piramidal y los pinos negros (Pinus uncinata) comparativamente más claros que los abetos.
Bosque mixto en otoño. Alto Pirineo.
Los verdes más vivos delatan especies de hoja caduca que aún no han iniciado el cambio de color. En estos bosques mixtos caducifolios se manifiesta cierta discontinuidad cromática: no todas las especies dejan de ser verdes al mismo tiempo, ni tampoco todos los ejemplares de una misma especie.
Abedul (Betula sp) y pino negro (Pinus
uncinata).
GRISES
Son los tonos dominantes tras desaparecer las hojas del bosque caducifolio. Esos grises combinarán hasta la primavera con otros colores -en tonalidades suaves- producidos por yemas de hojas o por incipientes amentos (conjuntos florales).
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ACASO EL OCASO (del paisaje otoñal)
20 comentarios:
Y después del fundido en gris la pantalla se cubrió de blanco. Como la propia nieve invernal.
¡Preciosa película nos has puesto, a todo color!
Un abrazo
Hola
Preciosa y colorida entrada, la verdad que el otoño tiene una variedad de colores tremenda. La primera foto es espectacular, parece un cuadro.
Un saludo
Alucinante la entrada que nos presentas con buenas fotos de todos los colores del otoño. Un saludo
Hola Fco Javier ¡¡ , matices de los matices para un experto observador como tu. Esta estación sin duda merece ser retratada con detalles.
Saludos :)
Es una lección magistral de la escala cromática, vista a través de tu observación y de una belleza increíble.
Nos has ofrecido un paseo apasionante por los colores del otoño.
Un abrazo!
Enhorabuena por la entrada, es encantadora.
Acabo de descubrir tu blog, y me parece la mar de interesante y de apasionante.
Un saludo desde Qnk
Gracias, Jesús, por asistir a esta sesión otoñal, aún más espectacular en vivo y en directo.
Otro abrazo.
Sí, Pedro, es el color de la biodiversidad forestal pirenaica, que en otoño alcanza su cénit.
Gracias. Otro saludo para ti.
Sí, Luis, es una entrada...con invitación a pasar a su interior, porque en el fondo (y en la forma) el otoño es uno de los momentos más bellos de las montañas pirenaicas.
Otro saludo para ti.
Hola Drach. Gracias por tus palabras. Es difícil no sucumbir ante tanta armonía construida sobre multitud de detalles cromáticos. Una sinfonía para la vista.
Saludos, Drach.
Bueno, Montse...¡Qué me vas a sacar los colores!
Creo que algo tan bello ha de ser compartido y a ser posible vivido. Contemplar tanta armonía genera felicidad.
Mi abrazo para ti.
Gracias, Toni, por tu visita y palabras.
Interesante y apasionante son adjetivos que personalmente aplicaría a la Serranía de Cuenca, cuyos paisajes se pasean por tu blog.
Saludos para ti.
El otoño a mí me atrapa. Además de apartarnos del calor asfixiante, nos regala estos colores maravillosos, rojos, marrones, ocre, amarillos, naranjas... Me encanta especialmente el otoño en Pirineos. Tuve la suerte de comprobarlo en persona el pasado año. Todo un espectáculo.
Gracias por mostrarnso las fotos.
Abrazos.
En efecto, Antonio, el otoño puede llegar a atraparnos, especialmente en las montañas pirenaicas donde alcanza lo sublime. Aunque basta visitar cualquier chopera cercana a un pueblo ibérico para dejarse envolver por sus encantos.
Gracias por visitarnos. Recibe también mis abrazos.
Acabo de descubrir tu blog y tu artículo me ha encantado. Cómo la biodiversidad teje un paisaje totalmente variado y precioso al contrario que sucede en las plantaciones monoespecíficas que no aportan nada, ni al ecosistema, ni al paisaje que cualquier puede observar.
Muy bueno, ¡gracias!
O outono é uma estação deliciosa, apaixonante, multicolorida e de temperaturas amenas... um prazer passar aqui e desfrutar de uma entrada tão preciosa sobre a estação.
Bom fim de semana.
Beijo carinhoso.
Ciertamente, Glocoru, la biodiversidad (y la meteorología) son la clave de otoños tan bellos. Las plantaciones monoespecíficas de pinos y eucaliptos no tienen nada que aportar al colorido otoñal...Pero no hay que olvidar una plantación monoespecífica, más o menos tradicional, de notable atractivo en estas fechas: las choperas, mejor si son de chopo lombardo que de híbridos papeleros.
Muchas gracias por comentar.
Saludos.
Hola, Teca. Quien ama la belleza experimenta una particular felicidad saboreando el otoño.
Obrigado.
Otro beso para ti y un colorido fin de semana.
Me ha llamado muchísimo la atención el color rosa de las hojas del endrino, nunca he tenido la suerte de verlas así.
Este artículo es una forma estupenda de darnos cuenta de la cantidad de matices de color que a veces nos perdemos.
Me ha encantado.
Un saludo.
No es que sea muy habitual, Raquel, encontrar esos tonos rosados en los endrinos otoñales. En general los tonos rosados y rojos dependen mucho de las temperaturas, que han de ser frescas con ligeras heladas nocturnas.
Gracias y saludos para ti.
Gracias, Fco Javier, menudo lujo de entrada, preciosa.
¡¡qué belleza!!! es algo inigualable... los paisajes con esos colores... los adoro ! El endrino (¿lo escribí bien) es algo para quedarse a mirarlo y que vuele la imaginación con las hadas y los duendes. Gracias, Fco. Javier por esta entrada ! Un abrazo !
Queridísimo Javier, me gusta tanto tu rincón que tienes un PREMIO para ti en mi blog ¡muy merecido! pásate a recogerlo cuando quieras.
Un beso enorme!
Gracias a ti, Honorio, por asomarte a ella.
¡Buen otoño! (que con estas lluvias ya parece que sí)
Sí, Mabel, escribiste perfectamente el nombre del endrino, arbusto también conocido como arañón. Ese color rosado es tan evocador como el sabor de sus frutos macerados en anís (el rico pacharán).
Otro abrazo para ti.
Muchísimas gracias, Montse. Pasaré por tu blog encantado, como siempre.
Otro gran beso para ti.
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