Cementerio
de Lucainena de Las Torres. Almería.
Mientras hay vida, hay tiempo de visitar a pie un cementerio.
Los cementerios son paisajes aislados, segregados del mundo de los mortales por muros infranqueables…hasta el último momento.
Cementerio de Estada. Huesca.
Cualquier día es apropiado para acercarse a un cementerio. Aunque conviene evitar, justo, el Día D (de difuntos). Más que nada por el qué dirán. Porque los vivos siempre tienen algo que hablar a quienes ni oyen ni pueden mirar.
Cementerio de La Recoleta. Buenos Aires.
Mejor otro día. Cuando nadie ni nada nos distraiga en ello, y aún podamos vivir…un tiempo muerto.
Cementerio de Lucainena de Las Torres. Almería.
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Que entrada interessante e prazenteira...
ResponderEliminarUma coisa que sempre reparei nos cemitérios: é justamente ali onde se podem observar árvores frondosas e flores muito coloridas e vivas. Será porque a terra está humanamente adubada?
Feliz semana, Fcº Javier.
Beijo e uma flor, com carinho.
Ya ves, Javier, pero hasta en los cementerios hay Vida ... y Color.
ResponderEliminarUn abrazo.
Curiosa entrada, Javier y sorprendente, como siempre ¡nos tienes tan mal acostumbrados!
ResponderEliminarEl cementerio de Almería lo veo muy alegre, para ser lo que es, deberían serlo ya que es un lugar de reposo eterno. Para las visitas también es agradable y mejor otro día, que el día D se pone abarrotado.
Un abrazo!
Posiblemente sea por eso, Teca. Los cementerios son como una sala de espera para retornar a la Naturaleza.
ResponderEliminarGracias y felicidad para ti.
Sí, Jesús, en ellos hay Vida y color. Más en unos que en otros. Y en general opino que deberían ser aún más alegres y vegetales. Porque la Vida siempre ha de prevalecer.
Otro abrazo para ti.
En efecto, Montse, ese cementerio de Lucainena de Las Torres, además de pertenecer a un hermoso pueblo almeriense, constituye en sí un lugar luminoso, limpio y alegre. Cuando lo vimos no pudimos evitar entrar y pasear en él como por una cuidada urbanización residencial.
Otro abrazo para ti.
Hola Fco. Javier
ResponderEliminarPrecisamente por ser lugares escasamente transitados y bastante silenciosos tienen un encanto especial, además como sabemos que tarde o temprano acabaremos en uno también dan bastante que pensar.
Un saludo
¡Qué bonita entrada!.
ResponderEliminarMe ha recordado a una de mis lecturas preferidas de juventud, las "Cartas desde mi celda" de G. A. Bécquer. Creo recordar que era en la carta tercera cuando el autor, despreciando la frialdad de los cementerios urbanos, se reconfortaba en la belleza de los cementerios aldeanos, siempre tranquilos... melancólicos y silenciosos, cubiertos de musgos y cardos silvestres......
Un saludo.
Hola, Pedro.
ResponderEliminarLa verdad es que prefiero visitar los cementerios en vida. Para mi definitivo descanso me gustaría perderme en las montañas.
Otro saludo para ti.
Sí, Daniel, el movimiento del Romanticismo también se demostró andando...por los cementerios. Eran lugares especialmente atractivos para aquellos artistas que tan apasionadamente vivieron y murieron.
Gracias y recibe mis saludos.
¡Vaya! Parece el lugar ideal para los jugadores de baloncesto.
ResponderEliminarSaludos.
¡Canastas! Tarde o temprano todos pasan por el aro.
ResponderEliminarSaludos, Javier...y gracias por compartir este tiempo muerto.
El paisaje es divino. Me pregunto como será vivir allí? Muy diferente a la vida que llevo en mi pequeño apartamento en Buenos Aires?..... la duda que me ronda en la cabeza....
ResponderEliminarSupongo, Violeta, que la vida allí será muy tranquila, aunque pasando estrecheces...seguro que tu apartamento es más espacioso que el mejor de los nichos.
ResponderEliminarSaludos.