Especialmente en verano, cuando el calor aprieta, es frecuente observar en la carretera grandes charcos que reflejan el cielo e incluso algún vehículo que transita entre ellos…la visión se desvanece según avanzamos por la calzada y puede resurgir más adelante.
En realidad es un mero espejismo. No hay agua ni reflejos, sino aire y refracción de la luz.
Reflejar y refractar son conceptos distintos. Cuando la luz “rebota” sobre una superficie hablamos de reflejo, si la luz atraviesa esa superficie y se propaga por un medio de diferente densidad entonces refracta: cambia de velocidad y también altera su trayectoria.
En realidad es un mero espejismo. No hay agua ni reflejos, sino aire y refracción de la luz.
Reflejar y refractar son conceptos distintos. Cuando la luz “rebota” sobre una superficie hablamos de reflejo, si la luz atraviesa esa superficie y se propaga por un medio de diferente densidad entonces refracta: cambia de velocidad y también altera su trayectoria.
Espejismo sobre asfalto de carretera.
La insolación recalienta el oscuro asfalto, lo que aumenta notablemente la temperatura del aire en contacto con él. Este efecto disminuye hacia arriba y prácticamente no influye a un metro de altura sobre el asfalto.
En consecuencia, en la carretera habrá capas de aire con distinta temperatura y, por tanto, diferente densidad. Parte de la luz procedente del cielo o de superficies del paisaje atraviesa esas capas y modifica en ellas su trayectoria: se curva hacia el suelo y luego hacia arriba (hacia nuestros ojos) generando réplicas totales o parciales de imágenes (cielo, vehículos, postes, señales…) que vemos desplazadas de su posición real.
En consecuencia, en la carretera habrá capas de aire con distinta temperatura y, por tanto, diferente densidad. Parte de la luz procedente del cielo o de superficies del paisaje atraviesa esas capas y modifica en ellas su trayectoria: se curva hacia el suelo y luego hacia arriba (hacia nuestros ojos) generando réplicas totales o parciales de imágenes (cielo, vehículos, postes, señales…) que vemos desplazadas de su posición real.
Si nos hayamos a la distancia y altura adecuadas percibiremos tales imágenes proyectadas sobre el propio asfalto (zona de inflexión en la trayectoria curva de esa luz refractada). En ocasiones esas imágenes aparecen invertidas y en movimiento. El cerebro interpreta todo este fenómeno como reflejos y lo asocia a la presencia de agua. Sin embargo no son reflejos, sino refractos, lo que atisbamos e incluso podemos fotografiar en el asfalto.
Este espejismo se acentúa en carreteras con badenes y en otras depresiones del paisaje, lo que contribuye aún más a confundirlo con láminas de agua.
Este espejismo se acentúa en carreteras con badenes y en otras depresiones del paisaje, lo que contribuye aún más a confundirlo con láminas de agua.
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