domingo, 1 de noviembre de 2009

PAISAJES DEL MÁS ALLÁ. Vida en los cementerios

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Desde una perspectiva naturalista, los cementerios son paisajes antrópicos, creados e influidos por la acción humana, que gozan de una tranquilidad muy ajena a la alteración y trasiego de otros parajes artificiales. Esto es aprovechado por la Vida para establecerse en ellos, a pesar de todo.


Cementerio en Asturias

 
LUGARES PARA EL DESCANSO

Se llaman cementerios no porque el cemento forme parte de muchos de ellos, sino por fusión de los vocablos griegos koimán-terion (dormir-lugar). Etimológicamente: lugar de descanso…por demasiado tiempo.

Esa función de descanso irreversible implica que los cementerios permanezcan en el espacio y el tiempo, a través de generaciones. El cementerio de Koyasan -el más grande y antiguo de Japón- se inauguró en el siglo VIII. La continuidad en el uso facilita el asentamiento de una flora y fauna casi ignoradas llegando a constituirse en refugios ecológicos, dentro de las grandes ciudades y también en áreas naturales cuya vegetación original ha sido esquilmada, esto se verifica en ciertos cementerios musulmanes del Rif oriental, en Marruecos.

Cementerio budista en Tailandia

PRESENCIA VEGETAL Y MINERAL

Además de tranquilidad, casi todas las culturas y religiones dispensan a los paisajes de sus muertos elementos que simbolizan larga vida o perdurabilidad. De lo primero son vivo ejemplo cipreses y tejos. Lo segundo es patente en la adscripción de elementos minerales que fijan la memoria: lápidas, losas, esculturas, túmulos, simples piedras. Materia inerte, inmóvil…aunque no carente de vida.

En los últimos decenios un nuevo aporte simbólico se agrega a estos paisajes: las flores de plástico. Paradójico homenaje a la belleza transitoria de la vida…


Cementerio en un pueblo de Madrid

Cipreses (Cupressus sempervirens) y tejos (Taxus baccata), árboles siempre verdes, extraordinariamente longevos y resistentes, acogen en sus ramas a numerosas especies de aves, autóctonas y foráneas, en cualquier época del año. Los cipreses, tan asentados en cementerios del ámbito ecológico-cultural mediterráneo, son legado de otras civilizaciones, desde los antiguos sirios y egipcios a los griegos y romanos. En tanto que los tejos arraigan en las tradiciones sagradas y funerarias del mundo celta, acompañados de su querencia por nieblas y un sol escaso.

Cementerio en Melilla

En ocasiones, lo mineral se extiende sobre toda o gran parte de la superficie de los cementerios. Algo obvio en regiones áridas, casi desprovistas de vegetación, donde tierra desnuda o pedregosa, o bien pura arena, son sustrato y paisaje a un tiempo. Sin embargo, también se impuso históricamente -por motivos sanitarios- la dominancia mineral en cementerios propicios a la vida vegetal, máximo exponente de esa tendencia son los sepulcros enlosados, panteones y nichos. En Europa, la tradición cristiano-mediterránea es proclive a generar paisajes funerarios de muro y losas, mientras el cristianismo nórdico y anglosajón tiende a rendir culto a sus difuntos entre praderas y bosques de ultratumba.

Cementerio en Escocia


VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE

Difícilmente la Vida se ausenta de ningún rincón del planeta. Hasta nuestros más minerales cementerios sostienen algas, líquenes, musgos, hormigas, lagartijas, salamanquesas, murciélagos...En algunos no faltan flores cultivadas, o al menos ramos y coronas eventuales, fugaces toques de color, de polen y néctar que algunos insectos agradecen.


El tradicional eufemismo de criar malvas, por estar muerto y enterrado, es ecológicamente apropiado puesto que la belleza nitrófila de la malva silvestre (Malva sylvestris) abunda en suelos removidos ricos en restos orgánicos. Los viejos camposantos, humildes cementerios de la geografía rural ibérica, siempre tuvieron un algo de huerto, de terreno abonado, rico en organismos y microorganismos edáficos, en hierbas, flores e insectos. Su vegetación espontánea, casi pratense, se adaptaba al pisoteo, a escardados y cortes esporádicos, a trasiegos de tierra anunciados con amapolas. En lugares así las partículas orgánicas y minerales, las moléculas de quienes fueron enterrados, florecen, reverdecen, aletean en nuevos seres. La Vida se reencarna en el ciclo de su materia.

Camposanto en el Alto Pirineo de Huesca


ENTRE FLORES, PÁJAROS Y ABEJAS

A nadie extrañará que sean recientes los estudios de la vida en los cementerios. Tras la II Guerra Mundial hubo quien investigó la flora urbana en parques y cementerios de EEUU. Por su parte, la RSPB (Royal Society for the Protection of Birds) estudió en los años noventa la fauna del cementerio de Linthorpe (Reino Unido), consecuencia de aquello fue el desarrollo de un itinerario faunístico por el lugar.



De las investigaciones realizadas llama la atención una titulada Abejas sin aguijón en cementerios de la cordillera oriental de Colombia. Estas abejas sin aguijón (familia Apidae, tribu Meliponini) ocupan agujeros de árboles, suelo, rocas…y cavidades artificiales, en las que se incluye las tumbas. Los cementerios estudiados tenían tumbas de ladrillo u hormigón, dispuestas en vertical, con espacios que permitían nidificar a algunas especies de abejas sin aguijón. Los investigadores hallaron 15 especies pertenecientes a 10 géneros. Una de ellas (Melipona favosa) es la única de su género observada habitando cementerios. Las abejas Melipona son indicadoras de entornos con alto grado de conservación y no suelen nidificar en áreas urbanas. Otra de las constataciones del estudio fue que el buen mantenimiento de los cementerios y prohibir las flores naturales imposibilita la nidificación de estas abejas. Así, pues, disponer de huecos, vegetación y tranquilidad es imprescindible para que esas abejas, y otros seres vivos, encuentren en esos cementerios su “nicho ecológico”.
Cementerio en un pueblo de Guadalajara

Más sobre cementerios:

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30 comentarios:

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Queridos blogueros, amigos, seguidores, comentaristas y lectores:

Dentro de unos días iniciaré un merecido descanso (aún no lo espero eterno).

Estaré ausente del blog y de los comentarios, pero los leeré y responderé -a principios de diciembre- con la misma ilusión de siempre.

Así que, por favor, comentad cuanto queráis.

Saludos y abrazos.

Jesús Dorda dijo...

Como bien sabes, Javier, aunque no tus lectores, viví 35 años de mi vida al lado de dos cementerios, la Sacacramental de San Justo y el Cementerio de San Isidro. Este último lo visité unas cuantas veces por el gusto de observar viejos mausoleos y sus numerosas aves, murciélagos, salamanquesas y lagartijas. Fue uno de los primeros sitios, muy de niño, donde observé carboneros, herrerillos, mosquiteros y petirrojos, ausentes totalmente en su entorno urbano. Los cipreses eran el paisaje vertical que veía desde mi ventana.
Buenas vacaciones, pareja, aunque no sé por qué, me parece que de descanso poco.

ANZAGA dijo...

...Espero que sea un descanso "para bien..."

En cuanto al post: Tuve la suerte de vivir unos meses en el norte de Marruecos y vi lo que se denominan Morabitos, que vienen a ser unos lugares santos, que como los cementerios, guardan todas las especies sin ningún tipo de manipulación. En los Morabitos los palmitos, por ejemplo, llegan a medir tres o cuatro metros, fuera de allí no levantan del suelo...

Saludos y te deseo pronto retorno.

Anónimo dijo...

Siempre que visito tu casa me sorprendo gratamente, aun cuando el tema a tratar sean los cementerios, pues tu "perspectiva naturalista" no era la mia (ni siquiera en algún momento de mi vida la recuerdo asi) y me ha enseñado cosas nuevas.

Hay frases que rescato porque me han gustado de manera especia.
"...son lugares de descanso.... por demasiado tiempo"
"......la vida se reencarna en el ciclo de su materia."

Es curioso pero cierto, que precisamente el tiempo eterno de pie a esos asentamientos de flora y fauna que nos explicas. Y es que la vida no se termina en el cementerio ¿te das cuenta? Paradójicamente muchos creen que es ahí donde empieza la vida eterna y es un hecho, nos lo has enseñado, que generan más vida. Hasta esas flores que siempre hay en los cementerios también son parte de ese ciclo vital.

Te voy a ser sincera, no me gustan los cementerios y sólo los visito cuando no queda más remedio. Soy de la opinión de que allí no está el ser querido, no se ha quedado dentro de un ataúd tras una losa, en cualquier otro lugar lo puedo recordar y sentir con más intensidad que allí mismo.
Pero respeto a todo el mundo y sus creencias y costumbres.

Javier, parece ser que te vas a tomar un mes de vacaciones, de merecido descanso.¡Qué bueno!
Espero que disfrutes mucho y que lo paséis muy bien. Te esperamos a la vuelta.

Besos para ti y para Carmen.

Javier G. Pérez dijo...

Me quedo perplejo Javier, con esa capacidad didáctica con la que te desenvuelves allanando un terreno tan extremo como es el de la vida y la muerte. Has sacado todo el extracto cotidiano a la continuación de la vida, que es la muerte. Cementerios que son un remanso de paz entre la muerte y la vida, la vida de tantos seres minúsculos que los habitan formando pequeños ecosistemas de gran interés.
A mí, particularmente, sobre todo en el cementerio de los pueblos, donde toca visita, suelo caminar lentamente observando el detalle de las lápidas más antiguas pobladas de líquenes y musgo. Siempre ha sido una imagen que me ha fascinado y, junto a la vegetación, sobre todo en los cementerios abandonados, como estas reclaman abordando el espacio, como suyo.
Un mes es poco, pero es mucho. Voy a echar de menos tus entradas. Espero que la ausencia sea para bien.
Aquí quedan las horas muertas hasta que des señales de vida. Espero que esto no sea eterno.
Saludos.

Montse Viver dijo...

Que disfrutes este merecido descanso y hasta pronto. Magnífica como todas esta entrada sobre cementerios y vida en ellos, una contradicción sólo aparente por lo que veo.
Cuando haya leido el contenido con detenimiento, haré un comentario más extenso.

Un abrazo.

ana dijo...

Hermoso post que habla de una misma moneda; la vida y la muerte, en cada una de sus caras, La vida y la muerte, tan encadenadas la una a la otra... y qué bien has sabido añadirle la intemperancia del vivir, la vida... que no se limita, que no se empequeñece, que nos aviva y empuja irremediablemente.

El cementerio de mi pueblo, tiene un eco de tranquilidad y mesura en los días de otoño soleado. Yo recuerdo al hermoso ciprés que vela el sueño de los míos. Y siempre oyes pájaros si el día es soleado. Ayer fué lluvioso, y todo tenía un hálito de tristeza. Pero no era una tristeza eterna, pues el sol ha campeado a sus anchas por esos lares mucho más que la lluvia. Se dejaba sentir...

(...)

Muchas veces salgo de paseo con mi madre por el campo de las afueras. Un día, regresando, al ver el cementerio abierto ella decidió entrar. Yo le dije:

_ Hala, mira, mira qué alegre terminamos el paseo (con cierto tono de broma, y con pocas ganas de entrar en el cementerio. Ella lo detectó).

Mi madre, con su mansedumbre silenciosa me dijo:

_ Si tu pasaras algún día por la puerta de la casa de tu madre, ¿pasarías de largo?...

Sonreí con un pequeño nudo en la gargante, y le dije que nunca, nunca pasaría de largo. A lo que ella contestó sin perder la sonrisa:

_ Pues entremos un ratito.

Estuve con ella en silencio, rezando a su lado. Desde entonces asocio la idea de cementerio a la resonancia de la palabra "casa". Una casa en la que se pueden oir los pájaros, de infinitas melodías, y soleada... porque el sol de mi tierra hace la visión de los paisajes cálida, a pesar del frío.

Y siempre, siempre... será el lugar al que quiero que me retornen. Aquella casa habitada por cipreses y pajarillos, alumbrada tantos días por el sol. Este hermoso sol de mi tierra.

ana dijo...

Ah... y que sea un tiempo estupendo, este, el de tu descanso con paréntesis... ;))

Que aún queda mucho por hacer.

Hasta pronto.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Jesús, te comprendo perfectamente. Desde la terraza de mi última vivienda en la ciudad de Madrid veía parte del horizonte compuesto por un fragmento del cementerio de La Almudena. De jovencillos, algunos amigos del barrio, paseábamos a veces por aquel paraje tan extrañamente tranquilo, aislado del bullicio urbano.

Tienes razón, los próximos serán días felizmente ajetreados. Saludos y abrazos.



Hola, ANZAGA, encantado de que visites El último rincón. Es cierto, los palmitos se resienten en los ambientes muy pastoreados. A veces es necesaria la existencia de lugares sagrados para consagrar el respeto a la Naturaleza.

Saludos, ANZAGA, y hasta pronto.
(El descanso, sí que va a ser para bien. Muchas gracias)



Hola Neli. La Vida se resiste a abandonarnos...incluso en los cementerios. Orgánicamente una parte de las personas enterradas se recicla en los cementerios y pasa a formar parte de otros seres vivos que allí nacen o habitan. Pero coincido contigo en que otra parte (la más esencial para los que seguimos aquí) queda en nuestra mente (puede que en nuestro cerebro) y en los lugares compartidos.

Muchas gracias, Neli, por tu comentario. Besos y hasta la vuelta.



No te preocupes, Javier...que no serán vacaciones eternas (se hará todo lo posible por evitarlo...la eternidad, no las vacaciones)

Comparto contigo esa sana empatía de los camposantos rurales, donde la vegetación se convierte en memoria natural de quienes allí quedaron (nuestras propias raíces). Aunque, personalmente, y creo que también coincidiremos, prefiero el santo campo al camposanto.

Saludos, Javier. Nos vemos/leemos.



Gracias, Montse, por tus palabras.

Vida, muerte y contradicción (aparente)...así son las cosas. Los cementerios son buen lugar para la reflexión sobre la vida y la muerte, porque en ellos se reflejan ambas.

Otro abrazo para ti, Montse.
(Ya me comentarás tus impresiones, lo espero)

Ars Natura dijo...

Paradógicamente el cementerio es el lugar donde llevamos materialmente la no-vida y creamos, muchas veces sin ser conscientes de ello, la nueva vida.

Disfruta de tus vacaciones y a la vuelta nos sigues enseñando cosas.

Un abrazo.

Lienzo tierra dijo...

Una entrada muy interesante y bonita, como siempre ofreciendo otra perspectiva.

Vaya colección de cementerios que tienes. Me ha gustado mucho el de Asturias al lado del mar y el de los Pirineos.

A mí nunca me han desagradado del todo. Tenía la costumbre de ir de niña con mi padre al de La Almudena y me gustaba, la tranquilidad, la vegetación...Sin ir más lejos hace unos cuantos meses me estuve entreteniendo con las acrobacias de las golondrinas en el Cementerio Sur. Como bien dices son remansos de paz, donde yo creo descansamos todos, los vivos y los que ya no están.

Que tu descanso sea fructífero y satisfactorio. Por supuesto esperamos tu vuelta. Un saludo!

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muchísimas gracias, Ana, por tus palabras y tu emotivo relato.

Esos cementerios de pueblo, el camposanto que llaman en el pueblo de mi familia paterna, son como huertos, como jardines un tanto caóticos, incluso como praderas por las que caminamos con respeto, como no queriendo pisar a sus propietarios.

Tengo alma rural y prefiero esos familiares camposantos a las aglomeraciones funerarias de las grandes urbes.

Gracias y hasta pronto, Ana.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Ars, gracias por pasear con nosotros por estos rincones -tan especiales- de El último rincón.

La Vida no nos deja, somos nosotros quienes un día la dejamos...y se la prestamos a otros para que la disfruten.

Otro abrazo para ti, Ars.


Hola Mamen, se ve que tienes buen gusto para esto de los cementerios. El de Asturias está en una pequeña ría junto al mar y el de Pirineos, rodeado de magníficas sierras que sobrepasan los tres mil metros. Como ves, en el descanso irreversible también cabe elgir ¿mar o montaña?

Estoy de acuerdo contigo, los paisajes para el descanso de los muertos también nos ayudan a reposar...haciendo banal el estrés.

Otro saludo, Mamen...¡y hasta la vuelta!

Máster en nubes dijo...

joé, Javier, eres una MINA y no en el sentido argentino del término, de verdad, qué pedazo de entrada con un tema tan ¡interesante y raro! No voy a volver a mirar al cementerio como antes, eres la repera! Me ha encantado, creo que voy a ir con el ... cuaderno de campo al cementerio o camposanto desde ahora, a dibujar y tomar notas... Ya te vale...

Anónimo dijo...

Me ha encantado la entrada. Ya me sentía un poco peculiar por la mía de hace unos días (¿seré un tipo raro que busca vida en el cementerio con afán naturalista?), aunque veo que no soy el único. Es la tuya una entrada completa, que invita a pasear por el cementerio contemplándolo desde otra perspectiva (algo que me encanta hacer), y a reflexionar.

Un abrazo.

Josélez dijo...

Muy buena entrada sobre un tema interesante. Los sitios donde se supone acaba la vida y empiezan (o siguen) otras. La verdad es que siempre me han gustado los cementerios como sitios donde se respira paz, me ha gustado siempre visitarlos en invierno y ver líquenes, musgos, cipreses y pajarillos, pero nunca se me ocurrió profundizar tanto.

Un acierto de entrada, Javier. Me han gustado mucho las comparaciones de cementerios, y la consecuencia final de que son residencias para la vida, del reciclaje de materiales, las malvas...
Como siempre, nos dejas además con imágenes muy bellas y con un regusto plácido y confortable, incluso con un tema tan delicado como es el de la cultura de la muerte humana, y todo lo que le rodea.

Enhorabuena otra vez, un abrazo

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Máster, gracias por tus palabras. Cuando se ama la Vida se acepta la muerte como parte esencial de ella, porque solo lo vivo muere y porque morir es retornar parte de nosotros al planeta, nuestras moléculas y átomos se reciclan...es la herencia que dejamos, la misma que recibimos.

Bueno, y ahora sí...¡a ver pajaritos al camposanto y a dibujar y a vivir!.
Saludos, Máster.



Trotalomas ¡Bienvenido! Primero decirte que me gusta el nombre tan sonoro y evocador que te has dado. Después, confirmarte que no estás solo en esto de ver vida hasta en los cementerios. También, agradecer tus amables palabras.

Los cementerios nos permiten pasear tranquilamente, observar y reflexionar...¿Hay muchos lugares así en el mundo urbano?

Gracias de nuevo, Trotalomas. Otro abrazo...y me pasaré por tu interesante blog.



Josélez, agradezco tu visita y tu amigable comentario.

Pues sí, veo que los naturalistas llevamos puestas las gafas de la Vida a todas partes, y en todo lugar miramos su presencia, y ahondamos en ella...Pero sin profundizar mucho en los cementerios, no vaya a ser que encontremos lo que no queremos...

Otro abrazo para ti, Josélez.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la bienvenida, Javier. Leo tu blog desde hace tiempo, pero hasta ahora era un silencioso y atento espectador de cuanto aquí nos brindas. La similitud de nuestras entradas me dijo: ¡lánzate!, y aquí estoy, jeje.

Coincido plenamente contigo en que los cementerios constituyen un lugar insólito para el descanso y la reflexión en un mundo cada vez más acelerado.

Mi blog, apenas un bebé, tiene mucho que aprender de los vuestros. Algún día contaré algo sobre el nombre con que aparece titulado.

Un cordial saludo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Bueno, pues hasta aquí hemos llegado…

A PARTIR DE ESTE MOMENTO ESTARÉ AUSENTE DE EL ÚLTIMO RINCÓN.
Dejo los comentarios en abierto.

POR FAVOR, ENTRAD Y COMENTAD CUANTO QUERÁIS.
Responderé a todos a primeros de diciembre (de 2009)

Saludos y gracias por estar ahí.

Pepe del Montgó dijo...

Me ha gustado mucho ese enfoque naturalista y hasta científico que le has dado a tus reflexiones sobre los cementerios. Pocas veces se lee algo ameno y con toques de la misma naturaleza sin necesidad de predicar el ecologismo. Buenas vacaciones.

Santa dijo...

Felicidades por tan bellas imágenes acompañadas de reposadas palabras que invitan a la reflexión... a la paz.

A ver si encuentro unas fotos del cementerio de mis abuelos en Galicia... son totales... jajaja

Disfruta de las vacas y nos vemos a la vuelta...

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola amigo soy Ricado.
Como siempre espectacular tu capacidad didÁctica para profundizar en cualquier tema, me quito el sombrero.
Aprovechando que vas a estar de vacaciones y que a buen seguro serán muchos los kilómetros de monte que recorrerás, te propongo un tema para la próxima entrada a ver que te parece. Dado la poca abundancia de lluvias este otoño y que los aficionados seteros nos vamos a tener que conformar con verlas en los libros, que te parece hacer una mención a las especies más populares. UN SALUDO

El Naturalista dijo...

Hola Fcº Javier, aquí nos tienes esperando que vuelvas en diciembre con más entradas de este estilo. Porque hasta ahora no me había planteado el "papel ecológico" de los cementerios, quizá por no frecuentarlos demasiado... Pensándolo bien, en muchos lugares los "camposantos" ponen una de las pocas notas de arbolado y terreno sin demasiada perturbación en medio de parajes rurales demasiado castigados por nuestra afición a "retrotraer" la sucesión ecológica. Desde este punto de vista, estos "corrales de muertos" sí que podrían darnos sorpresas, como oasis ricos en nutrientes y relativamente poco perturbados durante siglos... Habrá que pensarlo la próxima vez que cruce por Ruidera, por ejemplo. Saludos naturalistas en este post que, desde luego, trata sobre un auténtico "último rincón"...

Anónimo dijo...

Encantadora entrada que he disfrutado mucho, desde Mendoza Argentina le dejo un cordial saludo y seguiré la lectura de su maravilloso blog.

Mi Blog

Bibiano Montes dijo...

Estupenda entrada , Fco Javier todo un disfrute el leerla, me encanta el enfoque que das a los temas haciendo que nos fijemos en esa naturaleza que tenemos tan cercana.
Y en cuanto a los cementerios según se aprecia en tus fotografía parece que ocurre como con todo , cuanto más masificado menos contacto con el entorno. Me encanta el del Pirineo casi integrado en el paisaje.
Un saludo,

juanmir dijo...

Un gran reportaje, mucha tradición y simbolismo asociado al paisaje. Creo que prefiero la incineración y que me tiren al mar.
Un saludo.

Lluís Sogorb dijo...

Genial entrada Javier. Como bien dices, es de esos pocos lugares en que se puede desacelerar y en donde podemos oír a nuestros propios pensamientos. Y encima, en contra de lo que se dice, son lugares de Vida.
Que disfrutes de tus vacaciones y hasta que volvamos a encontrarnos.

jflar dijo...

Muy buenas fotos y muy buen texto. Compartimos la afición por la fotografía y los cementerios. La ultima entrada en mi blog es una visita al de San Justo, por cierto. Saludos

Anónimo dijo...

Se te echa de menos. Pero espero que estés pasándolo muy bien y todo vaya según lo previsto.

Un fuerte abrazo.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

AQUÍ ESTAMOS DE NUEVO
De regreso de unas intensas vacaciones, algo cansado físicamente pero revitalizado y entusiasmado por la contemplación de nuevos paisajes que espero compartir con todos vosotros.

MUCHAS GRACIAS por vuestros comentarios, por vuestras visitas, por seguir ahí…cerca de El último rincón.

Como no pude hacerlo en su momento, contesto ahora a los últimos comentarios recibidos


Pepe del Montgó, gracias por tus palabras. Agradezco particularmente que encuentres ameno este tema, al que intento dar un enfoque tan natural como la propia vida y la muerte lo son.
Saludos, Pepe.


Santa, bienvenido a El último rincón, como comentarista y como seguidor. Las imágenes de esta entrada intentan asomarse a la peculiar y variada estética de los cementerios, al igual que el texto reflejan aspectos de vida y muerte tan presentes en estos paisajes.
Otro abrazo, Santa.


Ricardo…mejor no te quites el sombrero no vaya a ser que cojas un resfriado. Lo de las setas siempre es un tema interesante, pero creo que habrá que dejarlo para más adelante, se nos ha pasado la temporada (¿hubo temporada?)…y, todo hay que decirlo: no es el de los hongos un reino en el que me mueva con soltura, aunque es posible que en alguna ocasión nos acerquemos a esos fascinantes seres.
Otro gran saludo para ti, Ricardo.


Naturalista, empezando por el final: tienes toda la razón al comentar que esta entrada trata sobre un auténtico “último rincón”…Y como todos los rincones lleva implícito un punto de encuentro, en este caso: casi un ecotono entre el más acá y el más allá.
Saludos naturalistas también para ti.


Anónimo (Gustavo, supongo), bienvenido a El Último rincón y muchas gracias por tus amigables palabras desde aquella tierra de tan buenos vinos (tuve la fortuna de disfrutarlos).
Saludos, Gustavo. Pasaré por El Arpa Tartamuda.


Bibiano, muchas gracias por tu comentario. Procuro acercarme a la Naturaleza…es fácil porque siempre somos parte de ella. No soy partidario de la masificación, ni en la vida ni en la muerte, por eso aprecio más la tranquilidad de esos camposantos familiares instalados desde siglos en el mundo rural. El de la foto del Pirineo era como para echarse una siesta en él…otra vez será.
Otro saludo, Bibiano.


En efecto, Juanmi, tradición y simbolismo no les falta a estos paisajes funerarios (morir, al igual que nacer, es una de las tradiciones más antiguas de la Humanidad…y pasa de padres a hijos). Lo de ser cenizas de la mar no está nada mal.
Saludos para ti, Juanmi.


Hola, Lluís, algo tienen estos paisajes de recogimiento interior y paz exterior, de muerte callada y vida escondida. No es como para ir todos los días, pero no está de más hacerlo de vez en cuando...y mejor sin ningún motivo.
Gracias y saludos, Lluís.


Hola, jflar. Bienvenido y gracias por tu comentario. Pasearé con tu blog por el cementerio de San Justo. Saludos.


Hola, Neli. Pues sí, las vacaciones han ido de maravilla según lo previsto…o mejor aún. Estoy volviendo a la actividad bloguera, pero todo lleva su tiempo después de una pausa tan prolongada.
Gracias por tus palabras y otro fuerte abrazo para ti, Neli.


GRACIAS A TODOS POR SEGUIR AHÍ