CAPÍTULO 1 : Un héroe para todos nosotros
Aquél día lloré. Derramé lágrimas por alguien que ni siquiera había conocido y que, sin embargo, se llevaba parte de mí.
Me resultaría muy difícil hablar de Félix Rodríguez de la Fuente como de un ajeno. Su nombre me es tan propio porque fluyó en mi caudal. Nunca he tenido ídolos aunque mi relación –tan cercana y lejana- con ese hombre, fue la de admiración por su imagen. Figura magnética de una persona que lo decía todo con la palabra, que supo hacer de su vida lo que quiso y quiso dar su palabra en favor de la Vida.
Con la distancia del tiempo no me parece normal que, valiéndose del lenguaje hablado, consiguiera callar a los niños que en los años sesenta nos sentábamos ante la tele a ver lo que decía Félix, “el amigo de los animales”. Su sola presencia llenaba la pantalla porque aún no contaba con imágenes para describir. Era el único en este mundo ibérico alzando la voz a favor de seres que, lejos de llamarse rapaces, carnívoros o depredadores, recibían el calificativo de alimañas. Sentenciados como estaban los lobos o las aves de “rapiña”, parecía cosa de quijotes defenderlos. Sólo los niños podían sentir amor por animales tan dañinos. Félix tuvo el valor de no renunciar a ese sentimiento infantil y convertirlo en estandarte. En cierta forma, era un héroe para todos nosotros, los niños, y los que, en silencio, no habían dejado de serlo.
Mis primeras imágenes de Félix son en blanco y negro. Tendría yo unos seis años. La televisión comenzaba a desbancar el protagonismo doméstico de la radio, si bien todavía podía considerarse un lujo. Recuerdo algún espacio infantil y el programa Fin de Semana que dio paso a quien ya sería el único “Félix”. Ni siquiera Félix el Gato pudo decir miau ante mis preferencias.
Se sucedieron los años y los programas en una televisión más bien inerme. Félix pasó de estar ante la cámara a ilustrar sus charlas con magníficos dibujos de colaboradores naturalistas y películas importadas por TVE. Lo mismo hablaba de los leones del Serengueti que de las cabras monteses del Himalaya. Aquel prodigio de la palabra parecía saberlo todo. Un moderno sabio con el don de comunicar. Pocos divulgadores han sabido llegar tan lejos de viva voz.
(CONTINUARÁ)
* Textos extraídos del artículo que publiqué en la revista Quercus (nº 49, marzo 1990) por el décimo aniversario de la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente.
Más sobre Félix Rodríguez de la
Fuente:
CAPÍTULO 3: Su palabra y mil imágenes
24 comentarios:
ya han pasado 30 años???
hay que hacer algo para desacelerar el tiempo ;(
yo andaba por 8º de E.G.B. y en el colegio recuerdo que lloramos...
luego vino la canción del Coco-guagua (amigo félix, jejeje y lloramos aún más¡¡
me encanta cómo lo has descrito: su sola voz te dejaba plantada delante de la tele (o del cassette que también había unas cintas...), admirada, impresionada, conmocionada¡¡¡
sabía transmitir a esos pequeñajos, nosotros, la intensidad del amor a la naturaleza, creo que toda esa generación lo captamos al vuelo¡¡¡
saludos
Muchos bebimos de esa fuente, aprendimos a mirar la naturaleza de manera distinta a como la miraban nuestros padres, a intentar entenderla.
Sus programas de televisión y sus enciclopedias siguen siendo totalmente válidos y de ellos podemos seguir aprendiendo.
En cierto modo, le debemos lo que somos ahora. Al menos yo.
Este artículo, lo lei en su día, (fui suscriptor desde el 0 hasta que Benigno lo "dejo" en manos de EA) y me sentí, y siento muy identificado con lo que tan bien escribes. Yo creo que como en otros ámbitos de la vida de los seres humanos, él era único en el campo de la divulgación. Tenía muy buenos asesores, pero sin su carisma, y su voz, no hubiese sido lo mismo.
Ya estoy ansioso por seguir el resto, pues los Quercus los doné a una asociación ornitológica...
Saludos.
Evidentemente no es un reproche, ya que el artículo es tuyo pero, te me has adelantado con tu emotivo y sentido escrito. Era mi intención, utilizarlo como dedicatoria en el aniversario de nuestro apreciado naturalista, y por ello, me ha entrado la risa floja. Ya me enseñaron hace mucho tiempo que, quien se viste con ropa ajena, acaba desnudo.
Al poco de conocerte por el blog, tu apellido ya familiar, me hizo buscar con desazón este artículo que, en su día me impactó muchísimo y sentí como propio. Me alegra que lo hayas recuperado por que encierra en él, el sentimiento de muchos que como tú, quisieron dejar constancia de ese vacío tan profundo que dejó la desaparición de Félix.
(Me ahorro pagar el canon de derechos de autor)
Saludos.
Gracias por refrescar este artículo con el que ya en su día me sentí muy identificado. Si bien en muchos ya palpitaba en nuestro interior ese interés hacía la Naturaleza y la Vida, aquel señor, con esa mirada y esa cadencia en la voz alimentó ese palpitar que ya desde entonces no se ha detenido.
Hasta la próxima entrega, un abrazo.
Ay, Javier, qué bueno esto, y la verdad es que ¡cuántas coincidencias en lo que yo vivi también, y eso que no me dedico a la naturaleza ;-)!
Yo recuerdo en los 60 lo mismo, sentada delante de la tele, esa voz de Felix, luego todo aquello de los lobos que era fascinante, y esas palabras "depredadores"... que se me quedó grabada... y otras muchas. En fin, en esa España donde "había" que matar a las alimañas, a los bichos... Felix, como tú explicas también, nos enseñó a mirar de otra manera y con nosotros a nuestros mayores, a algunos también. Qué agradecida le estoy, yo creo que tantas generaciones de "baby boomers"... empezó a gustarnos el campo con él...
Todos lloramos su pérdida fue algo que marcó toda una generación. Una sola televisión, uno o dos canales y todo el país se reunía en torno a "la caja tonta", para ver un programa de naturaleza. Algo que hoy es bastate raro de ver.
Lo más grave es que no surgiera ningún continuador claro de su obra, aún hoy. Necesitados como estamos de modelos que sepan transmitir a las nuevas generaciones los valores que aquí se discuten asiduamente.
Un abrazo y enhorabuena.
¡Qué bien lo has dejado reflejado!!
Ese sentimiento que vivimos todos los niños de entonces y la voz inconfundible de Félix resuena todavía en nuestras memorias. ¡Yo adoraba a Félix! él nos enseñó a ver a los animales de otro modo y a amarlos.
Recuerdo el capítulo del línce y fue la primera vez que oí eso de "en peligro de extinción", me preguntaba cómo era posible que nadie hiciera nada por salvar a esos lindos gatitos salvajes, era una niña y mi mirada infantil estaba siempre de parte de Félix.
Gracias por traerme tan hermosos recuerdos que, sin duda, son el incio de mi afición a la naturaleza.
Un beso!!
Sí Pilar, ya han pasado 30 años...y algunas cosas apenas han cambiado: ni el desentendimiento generalizado por los grandes problemas ambientales, ni nuestra gratitud hacia Félix, ni nuestro amor por la Naturaleza.
Saludos.
Está claro, Jesús, que el agua de esa fuente regó muchas semillas. Entre ellas estábamos nosotros, que seguramente no seríamos los mismos sin su poderosa influencia.
Isolino, gracias por tus palabras. Me alegra saber que también fuiste suscriptor veterano de Quercus. Efectivamente, Félix fue único e irrepetible. Un hito en la divulgación, que afortunadamente pudimos seguir en vivo.
Saludos.
Lo siento, Javier. Agradezco tu intención y espero que algún día me perdones...
Hemos tenido la misma idea, quizá porque en televisión nos han recordado nuevamente a Félix (aunque no sea necesario para quienes no lo hemos olvidado). Ese artículo lo escribí desde lo más hondo, tal vez por ello expresé un sentir tan compartido.
Saludos también para ti.
Hola Lluís. Cierto es que el interés hacia la Naturaleza palpitaba, pero tuvimos la gran suerte de tener a Félix en aquellos tiempos. La fuerza que en los setenta-ochenta adquirió el movimiento en defensa de la Naturaleza debe mucho a aquel hombre.
Otro abrazo.
Sí, Máster, la figura de Félix evoca muy buenos recuerdos: porque nos traslada a nuestra infancia-adolescencia-primera juventud (tiempos intensos en que nos modelamos) y porque aviva el sentimiento que ya nunca perdimos (gracias a él) de admiración y fascinación por la Naturaleza.
Quizá, ANZAGA, a los niños y adolescentes de hoy les parezca raro que tantos llorásemos la pérdida de un "famoso" de la tele. Habría que recordarles que en aquella tele única (porque solo había una) no salía cualquiera, y que la gente no tenía mucho tiempo para perderlo sentados ante la pantalla. Félix llenó la tele y la dignificó con su mucho saber, y su buen hacer.
Félix fue único y por eso irrepetible. Creo que es mejor no tratar de buscarle continuador, sino continuidad al trabajo que el inició.
Muchas gracias, y otro abrazo para ti.
Montse, tú lo has dicho: hermosos recuerdos. Esa es una de las cosas maravillosas que Félix nos dejó (ojalá todos pudiéramos dejar lo mismo el día que nos vayamos de aquí). Y, además, recuerdos que aúnan sentimiento y conocimiento, dos fundamentos para una educación sólida. Muchos aprendimos esas inolvidables lecciones.
Gracias a ti, y otro beso.
Me gusta el título del post y me emociona su contenido, por los motivos obvios del sentimiento por la pérdida de un gran naturalista y amigo de los animales.
El hecho de derramar, de dejar fluir hacia otros lo que tenemos dentro,el juego de palabras "de la fuente" con la fotografia, es la metáfora de lo que son los verdaderos amantes de cualquier rama del saber, que necesitan dar a los demás lo que saben con ENTUSIASMO CONTAGIOSO.
Es la prueba del nueve para los elegidos que son capaces de esta generosidad sin límites.
Yo también me he emocionado un poco, y eso que apenas me dió tiempo a vivirlo y darme cuenta de su importancia, pues murió cuando tenía yo 8 años, pero se me quedó grabado en la mente. Fue un mito. Esa banda sonora aún me pone los pelos de punta. Ahora es cuando me doy cuenta de la importancia de su labor. Sin embargo tengo sentimientos algo enfrentados pues he leído cosas crueles con respecto a algunas escenas. Pero supongo que su labor de educación y la semilla de amor hacia los animales que sembró en muchos de nosotros (creo que también en mí aunque no fuera consciente de ello) compensa todo. Un Olé por él, y por cambiarnos la visión del mundo animal.
Excelente artículo. La pasión que ponía en sus narraciones nos hizo abrir los ojos a un mundo que desconociamos. Fue un maestro para muchos de nosotros, sin lugar a dudas y el mejor naturalista y divulgador de la naturaleza que parió Iberia.
Vim dar um oisinho! venho sempre aqui me revigora, em minha lutas também ! com carinho
Hana
Qué tiempos aquellos... Yo de hice socio de ADENA...
Un abrazo
Estimada Montse, agradezco mucho tus palabras, amables, analíticas y tan certeras como siempre. Ese entusiasmo contagioso, una de las mejores maneras de hacer divulgación, ayuda siempre a que mejore el mundo, o al menos las personas que lo habitamos.
Mamen, no es de extrañar que el episodio final de Félix (y sus dos compañeros) se te quedara grabado en la mente, al igual que sus capítulos vitales. Félix sabía tocar la fibra sensible. Es cierto que a veces se valió de trucos (incluso discutibles)...pero ni Félix era San Francisco de Asís, ni este país era el mismo, ni existían los mismos medios que ahora para realizar documentales. Mi apreciación personal es que la balanza se inclinó a su favor, por ello pesan -todavía tanto- su obra e influencia.
Bienvenido, Forestman, no puedo menos que estar de acuerdo contigo en cuanto a la pasión y maestría de la labor naturalista-divulgadora de Félix.
Gracias a blogs como el tuyo su voz y su imagen siguen habitando entre nosotros.
Hana, gracias por tus afectuosas palabras. Desconozco si en tu país la televisión emitió los programas de Félix Rodríguez de la Fuente, es posible, porque tuvieron gran difusión internacional.
Obrigado.
¡Vaya, Santa!...si es que todos tenemos un pasado oscuro ¿eh?
Bromas aparte, la creación de ADENA impulsada por Félix fue el inicio en España del movimiento de defensa de la Naturaleza y de lo que luego se llamaría ecologismo.
Otro abrazo para ti.
Coincido con la experiencia y los recuerdos tuyos y de muchos comentaristas. Creo que su mérito fue señalar con su palabra y su personalísimo hacer cosas que teníamos alrededor y no habíamos sabido mirar así. Contagió una mirada, una forma de querer lo que nos rodeaba. Fue todo un personaje, y tu artículo lo pone de pie una vez más más.
Felicidades.
Yo ni había nacido cuando murió, pero recuerdo haberme tragado de niño todas las reposiciones de El Hombre y la Tierra en Televisión Española.
Hay que reconocer que la labor que hizo en la España de hace 30-40 años fue impresionnte, aunque ahora haya quien cuestione sus métodos...
Un abrazo Javier
Resulta admirable como todavía, después de esos 30 años, a algunos de nuestros chavalines se les cae la baba también al verlo en la TV estos días. Sería el David Attenborough ibérico si no lo hubiésemos perdido, y aunque algunos cuestionaran algunos de sus métodos, creo que en su caso si que el fin justificaría los medios. Todavía quedan en nuestros pueblos "reductos" de embrutecidos a los que les hace falta una buena dosis de "La Fuente".
Excelente artículo Fco.Javier
Un saludo,
"De la Fuente de sabiduría" de Félix Rodríguez, somos muchos los que bebimos de ella.
Y vivimos con ella.
A mi también me parece muy cercano a pesar de la ausencia y del tiempo que ha pasado. ¿Tantos ya? ¡madre mía!
Apuntas que su sola presencia llenaba la pantalla, pero es que con su voz hacía lo mismo. A mi la voz de Félix me calmaba y me infundía respeto y llamaba mi atención. Desprendía dulzura y el cariño hacia su trabajo y los animales.
Gracias por hacer presente de nuevo tu homenaje a este gran hombre y por acercármelo a la memoria, retazos que tenía guardados no sé sabe ni dónde.
Un beso, Javier.
P.D:Espero la continuación.
Muchas gracias, Olga, por tu comentario. Su personalísimo hacer, éso, unido a su bien hacer, y su apasionado hacer. Pocas veces se produce esa conjunción.
Saludos.
Hola Ramuol. Tú eres el ejemplo viviente de que la labor de Félix, su mensaje, alcanzó -alcanza- más allá de su espacio y tiempo. Sus métodos (como todo en esta vida) pueden cuestionarse, pero no puede dudarse de sus logros.
Otro abrazo para ti.
Esa voz...¡claro que sí, Neli!. La voz de Félix (su tono, énfasis y modulación) eran las de un gran orador. Por eso, además de la televisión, dominó un medio tan difícil como la radio. Esa voz permanece entre la memoria de nuestros más queridos sonidos del pasado.
Otro beso.
Es cierto Bibiano, todavía hubiéramos necesitado mucha más fuente de Félix. Su caudal fue un torrente, y ahora nosotros somos como arroyuelos afluentes de aquel mensaje. Para mí, los fines nunca justifican los medios. Pero Félix, cuestionable o no, logró lo inimaginable para aquellos (e incluso estos) tiempos.
Gracias, y otro saludo para ti.
Creo que sin Félix Rodríguez de la Fuente no habría en España ni la mitad de biólogos que ahora hay. Lo recuerdo de mi infancia, ya en los años 80, como a una de esas raras personas que tienen en su manera de hablar una habilidad insólita de fascinar con lo que cuentan. Y aunque ahora tenga mis reservas frente a ciertos métodos y frente a muchas afirmaciones suyas, desde luego que no sería el naturalista que soy si no hubiera existido este maestro de las palabras.
Cierto, Naturalista. Ni la mitad de biólogos...ni de naturalistas habría ahora. La voz de Félix era hipnótica, cautivadora y convincente, tanto que, además de atrapar al público, despertó en muchos una fuerte vocación ecológica.
Saludos naturalistas.
Me encanta la obra de Felix, (de hecho trabajo para su fundación) pero yo soy más de la escuela inglesa... de David Bellami, Michael chinery...y otros buenos naturalistas..
Por supuesto, Ángel, la diversidad es riqueza también en divulgación. Félix ha sido una de las grandes aportaciones ibéricas al mundo de la cultura naturalista, no la única. Particularmente, Cousteau y Bellamy me parecen otros de los grandes divulgadores de nuestro tiempo (siglos XX-XXI).
Saludos.
Publicar un comentario