Acaso llegará el día, está llegando, en que el otoño pierda sus colores. Soy espectador asiduo del otoño pirenaico en los bosques mixtos del Alto Aragón, espléndidos en armonía y belleza.
A lo largo de los años, además de grandes dosis de felicidad, he obtenido una conclusión: el otoño se desvanece. Deriva hacia una incierta, deslavazada, palidez.
En 1993 el Pirineo Aragonés engalanaba su otoño por El Pilar (12 de octubre). Desde entonces he guardado para él parte de mis vacaciones anuales. Y cada vez la escapada otoñal se ha retrasado un poco más. Este año (2010) me asomé en la última semana de octubre. Capté ramajes deslumbrantes, atisbos de luces arrebatadoras, pero el otoño ni era pleno ni podía ya serlo.
No sólo es que la otoñada se retrase. Es que tampoco sus colores alcanzan la viveza y contraste de años atrás. Escasea el rojo encendido, cada vez más tendente al anaranjado. Nos queda, por el momento, un tesoro de copas doradas. Y, tal vez, llegue un otoño en que ni eso.
Las condiciones ambientales, especialmente las meteorológicas, son decisivas para alumbrar los colores otoñales. Y en las últimas décadas se da una tendencia a la suavidad en la temperatura otoñal. Esto se observa en el Pirineo, pero es más evidente en grandes urbes como Madrid donde el efecto del calentamiento urbano se suma al cambio climático global. Cuando quien escribe fue más niño que ahora, las calles madrileñas lucían amarillentas en octubre y en noviembre quedaban semiocultas por la hojarasca. Ahora lo “normal” es contemplar árboles “caducifolios” que apenas alteran su color y mantienen sus hojas incluso en diciembre.
El cambio climático nos trastoca la Vida, y también puede arrebatarnos parte de la belleza de este planeta.
Para los interesados en las condiciones que influyen en el colorido otoñal:
Más sobre el otoño:
BIOQUÍMICA OTOÑAL. Paisajes con colorantes y conservantes
OTOÑO. Regalo para ver y leer
HOJEANDO LA MODA DE OTOÑO
24 comentarios:
como siempre, aguda tu mirada¡¡¡
atenta a los paisajes de la vida, a la vida en los paisajes... que nombran tu blog...
ojalá pudieramos ser algo más que espectadores...
mientras tanto nos quedaremos espectantes al futuro que nos espera¡¡¡
besos
Has descrito magistralmente lo que muchos pensamos y no nos atrevemos a decir en voz alta para que no nos tachen de alarmistas.
Todavía hay quien piensa ¡Bah, no es para tanto!
Como dice Pilar, ojalá pudiéramos hacer algo para evitarlo, pero me temo que no está en nuestras manos sino en las de aquellos que no quieren ver lo que no les interesa (léase interés económico)
Un beso y dos también!! que con el cariño no hay que ser tacaño,jeje..
En Sevilla pasa lo mismo, los árboles no caen sus hojas hasta que las nuevas empujan a éstas. Es triste ver los plátanos de sombra con sus hojas aún colgando en diciembre o enero. Hecho de menos el otoño del norte...
Sí Pilar, el futuro que nos espera...y que no deberíamos esperar. Mejor será ir haciendo lo que se pueda. Y entre lo que se puede está: gastar y consumir un poco menos cada día.
Gracias y besos para ti.
Montse, según algunos quizá no sea para tanto...Según otros, los cambios ya están aquí y no van a influir precisamente en mejorar el sistema económico que quieren mantener a toda costa. La contaminación y el despilfarro ya nos están pasando la factura.
¡Vaya para ti otro par de besos! (que son de lo más natural)
Pues, aprovecha ARS, que los años pasan y (por lo visto hasta ahora) se llevan con ellos los colores del otoño...incluidos los otoños norteños.
Saludos.
No sabemos lo que nos prepara el futuro, lo único que me atrevo a decir es que no desperdiciemos el momento presente. ¿Seremos capaces los seres humanos de iliminar nuestra conciencia?
Al menos, los que creemos que podemos mejorar el planeta, intentaremos aportar algo de LUZ.
Una cuestión muy evidente y demostrable.
Un saludo.
Es cierto lo que ha dicho Montse, que te tildan de alarmistas y el "Bah! que acompaña al gesto de "¿de qué hablas? ¡si todo está igual!"
¡ No ! no está todo igual y tú, Fco.Javier, lo has dicho y fotografiado magistralmente: los otoños han empalidecido, incluso lo noto en el sur de Argentina que siempre ha tenido un intenso colorido. TODO ESTA EMPALIDECIENDO en el planeta, ya cansado de tanto atropello humano y de tanta desidia.
Hermosamente triste tu post, pero debe felicitarte por la precisión del mismo.
Un abrazo amigo.
Más que el futuro, Fernando, lo que importa es el presente (que determina también al futuro). Por tanto, debemos tener muy presente lo que hacemos para que el futuro no llegue a ser tan poco halagüeño como indican casi todos los síntomas del planeta.
Otro saludo para ti.
Lo del alarmismo, Mabel, está en parte justificado porque hay mucho profeta apocalíptico (especialmente en algunos medios de des-información). Lo cierto es que los cambios a los que asistimos son reales, medibles...y nada tranquilizantes.
Gracias por tus palabras. Te envío otro abrazo para ti.
Me conmueve tu entrada Javier, al llevar ésta un ligero tinte dramático. El caso es, que parece que ante nuestros propios ojos, no lo percibimos tan claramente como cuando es compartida tal observación. Es cierto y, también había notado algo, pero creía que eran cosas mías. Esos chopos, antaño completamente dorados que, ya no tienen la intensidad ni la cobertura completa de hojas amarillas, y que ahora se caen verdes y sólo quedan de muestra las de las copas. En fin, muchos detalles que coinciden con tu preocupación compartida.
Habrá que hacer más caso del ocaso.
Saludos.
Estas cosas se descubren cuando se visita asiduamente un lugar en las mismas fechas y se es tan meticuloso como tú con los cuadernos de campo. Y lo que se inicia con una sensación como la que algunos de los otros comentaristas han notado, termina convirtiéndose en una certeza.
¿Sera una fluctuación temoral o algo más definitivo?
No lo sabemos, pero sí sabemos que no se está haciendo nada para evitarlo.
Hola Javier. El asunto está ahí, no son imaginaciones ni exceso de preocupación. Algunos árboles, como los chopos, se ven doblemente afectados: por un lado, los veranos calurosos y secos que resecan prematuramente las hojas, y por otro lado la prolongación del fin del estío en detrimento de la otoñada.
Saludos, y no precisamente ocas-ionales.
Ojalá, Jesús, que sea una fluctuación temporal, porque de no ser así el desvanecimiento de los colores otoñales, además de una dramática pérdida de belleza, puede suponer el inicio de importantes alteraciones en la fisiología y ecología de las especies caducifolias. Alteraciones que conllevarían mayor vulnerabilidad.
Los gobiernos hacen muy poco por evitar las causas de estos cambios. En cada uno de nosotros hay una posibilidad (por pequeña que sea) de adecuar nuestro comportamiento: reduciendo el consumo, favoreciendo a la vegetación, difundiendo lo observado...
Son las sutiles advertencias con las que la naturaleza nos dice que hemos de cambiar de forma de vida y que no escapan a los buenos observadores como tu, Javier. Y se impone un cambio en el presente, de lo contrario no habrá un futuro. Cada pequeña acción cuenta. Y tu blog es una de ellas, pues anima cuando menos a la reflexión, pero también en muchos casos a la acción. Un abrazo
Cada entrada tuya me hace apreciar más el Otoño, una estación que no me gustaba antes. Ahora gracias a tí me paro a admirar su belleza. Acabo de darme cuenta de que yo también tengo fotografías de hace muchos años con unos colores espectaculares que no he vuelto a ver.
Qué pena el haberme dado cuenta tarde. Espero poder disfrutar lo que me vaya quedando...
Muy buena entrada Javier. Es necesario alarmar, pero la marcha atrás me da que va a ser muy difícil.
Saludos.
Es una pena comprobar, al ver tus fotos, lo que era y en lo que se está derivando el otoño.
Ese color rojo en la copa de los árboles es un regalo para la vista, pero resulta que un regalo que está escaseando y no logra sobrevivir, ya ni los más privilegiados consiguen admirar tanta belleza.
Es un tema complicado y muy importante el del cambio climático. Deberíamos tenerlo muy en cuenta y ser conscientes de los resultados. Muchos deberían ver esta entrada tuya.
Un abrazote Javier, yo me quedo con los pocos colores otoñales que nos acompañan, no cambiaría esta estación por ninguna otra.
Muchas gracias, Lluís por tus palabras. Es difícil sustraerse al cúmulo de cambios naturales que estamos viviendo. Nadie puede decir que no esté advertido, y cada cual ha de obrar en consecuencia.
Otro abrazo para ti.
Me alegro, Mamem, de haber contribuido a tu "conversión" al "otoñismo". Pienso que esta época no debe pasar por alto para ningún amante de la Naturaleza. En algunos rincones es su momento de máximo esplendor. Un espectáculo en el que todos estamos implicados...¡Y que no nos falte!
En cuanto a alarmar, no creas que soy partidario: es un recurso que suele generar descrédito. Procuro ser cauto, y en esta ocasión he aguardado casi 20 años para sacar conclusiones.
Saludos también para ti.
Así es, Neli, el colorido otoñal es un auténtico regalo para la vista...aunque la ceguera de muchos lo está empezando a borrar del mapa.
Otro gran abrazo para ti.
Es complicado demostrar esto de los colores, yo he salido por la zona de el Atazar ese puente y había una gran cantidad de amarillos y ocres.
EL cambio climático es más fácil de ver en otros aspectos ¿no?
Un abrazo
Santa, no creas que resulta complicado constatar el retraso y la pérdida de algunos colores (los rojos más intensos) en nuestros paisajes otoñales. Basta con frecuentar una zona, observar su otoñada y registrar (con notas y fotos) los colores de las especies y sus fechas cada año.
Lo que indicas de los colores amarillos y ocres vistos por El Atazar en noviembre no contradice lo apuntado, puesto que los amarillos -de momento- no son los más afectados por el cambio climático. Habría que ver de qué especies se trata, aunque seguramente han retrasado su cromatismo otoñal que antes alcanzaba el apogeo durante octubre en el sistema central.
Gracias por tu comentario, y otro abrazo para ti.
Temos que tratar bem a natureza, cada um de nós com consciencia, eu acho lindo seu trabalho e seu pensar, sabe que admiro seu blog.
com carinho
Hana
Hola Fcº Javier, Buf¡ a veces observar cambios en la naturaleza,en nuestra escala temporal estremece, aunque es extremadamente valioso conocer que algo está cambiando muy rápido. Quizas...y siendo optimista siempre por supuesto¡,esto nos ayude a dar un giro a nuestra forma de actuar, motivos no nos faltan, ahora queda ser mas conscientes¡, gracias. Un saludo.
Hola, Hana. Sí, hay que tratar a la Naturaleza como se merece, de lo contrario tenemos mucho que perder.
Muchas gracias por tu visita y palabras. Obrigado, com carinho desde El último rincón.
Tienes razón, Drach, inquieta comprobar la rapidez de algunos cambios. Al menos, que sirvan de aviso para todos y cada uno (porque prácticamente se manifiestan por todas partes).
Muchas gracias a ti. Recibe también mi saludo.
Estoy muy de acuerdo contigo. He estado al inicio de este mes de noviembre en Galicia y ni el tiempo climatológico ni el paisajístico eran lo que yo recuerdo de mi niñez por esta época. Cada año, las lluvias llegan más tarde y en menor cantidad que antaño y en cuanto a las temperaturas son más propias del sur que de esta tierra tan famosa por sus nieblas y lluvias casi perpetuas.
Cuando queramos darnos cuenta del cambio climático que se está produciendo, ya será demasiado tarde..
Siendo algo egoista, e este paso y al igual que con los glaciares cuando me decida subir a contemplar el otoño pirenaico me temo que voy a ver cosas diferentes.
Me encanta también el otoño, y este que nos muestras debe ser todo un espectáculo.
Los del Sur nos tenemos que conformar con un simple sucedáneo otoñal... También se va notando el cambio global y en zonas más termófilas se intuye solapamiento de otoño con primavera en cuanto a floración y ciclo vegetal.
Un abrazo,
¡Hola Carmen!
Sí, el cambio está aquí desde hace tiempo, quizá resulte más evidente en determinados aspectos pero abarca ya a casi todos nuestros paisajes.
Saludos.
Bibiano, no es cuestión de egoismo... es que se nos va de entre las manos el mundo que conocíamos y vamos hacia no se sabe dónde presintiendo que en el camino perderemos demasiadas cosas importantes.
Otro abrazo para ti (y no dejes pasar mucho tiempo sin disfrutar el Pirineo otoñal)
HOla, Javier, bonita entrada a pesar de la tristeza que trasluce. Creo que tienes mucha razón. Este puente del Pilar fui a los Pirineos (como ya recordarás pòr la entrada correspondiente) con mucha ilusión por ver el otoño caducifolio por primera vez. Aunque no me decepcionó la belleza de los lugares, si que eché en falta más color, visto en tantas fotografías y que había, pero aún desvaídos, camuflados entre el verde. Una pena.
Saludos de otro "otoñista" que agradece que otros como tú expresen tan bien lo que piensan.
Hola Josélez.
Aunque no fue un buen otoño, seguro que trajiste muy buenos recuerdos además de fotos.
La tendencia más acusada es el retraso en la otoñada, de modo que si vuelves mejor será que lo hagas hacia la última semana de octubre. Esperemos que (al menos, de vez en cuando) se nos recupere el otoño pirenaico.
Muchas gracias por tu visita y comentario. Saludos para ti.
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