lunes, 12 de enero de 2015

SERES HUMOnos

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Sentado junto a la chimenea contemplo los troncos en llamas, sus ascuas, y pienso…

La palabra "humano" se remonta al latín humus, humi que significa suelo o tierra. La tradición judeocristiana y otras atribuyen ese origen a los hombres: seres creados a partir de suelo, arcilla o barro. Pero tan de tierra o humus somos como de humo, pues el fuego también ha sido elemento determinante de la Humanidad.


Hace años, mi amigo Rafael Serra, de la revista Quercus, me comentó lo atávico que resulta el humo de la carne braseada en una hoguera y cómo ese aroma nos conecta con nuestros antepasados prehistóricos. También me hizo pensar.

Las hogueras ahumaron la evolución humana, la de nuestra especie y la de los extinguidos neandertales. El uso del fuego supuso un aporte extra de energía, un recurso extraordinario para aumentar el control sobre el medio natural, la seguridad y supervivencia. Con el fuego transformamos por primera vez los paisajes de nuestra ecología según necesitáramos cocinar, cazar, pastorear o incluso guerrear. Más tarde fuimos capaces de transferir la energía de la llama al agua desarrollando la tecnología del vapor…Aquello fue el inicio de la Revolución Industrial.


La prehistoria y la historia de la Humanidad se cocinaron en torno al fuego, palabra que comparte etimología con fogata, hoguera y hogar. Milenios de culturas humanas se transmitieron por tradición oral, hablando y oyendo historias, dichos, leyendas, mitos, creencias y saberes en torno a la candela doméstica. Así ha seguido siendo en algunos rincones del planeta mientras una parte significativa de la Humanidad se ha desconectado de ese fuego local y colectivo para enchufarse a la civilización autista del televisor, y luego a la individualidad remota y global del ordenador y el teléfono móvil.

Los humanos que hoy entrenan su ocio en videojuegos y redes sociales son más proclives a desvincularse del medio natural. Quizá por ello encuentro hoy menos jóvenes caminando por montes y campos. Su mundo ya es otro, más virtual y ajeno. Recuerdo con nostalgia las acampadas de mi juventud, aquel fuego ahumando al grupo y aunando nuestra comida, risas, planes y sueños.


Desde la noche de los tiempos, la lumbre congregó a los seres humanos, los indujo a compartir y cohesionar su modo de ver y entender el mundo. El fuego forjó la socialización de nuestra especie. Más que leer y escribir, desde el Paleolítico ha sido vital el aprendizaje del fuego: cómo, dónde y para qué hacerlo…Y ahora lo hemos olvidado. Por eso, junto a la chimenea, contemplo los troncos en llamas, sus ascuas, y pienso…en la necesidad de recuperar para nuestros hijos la asignatura pendiente del fuego.



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2 comentarios:

Transi Robles dijo...

Totalmente de acuerdo, hay que reivindicarlo!
Menos virtual y "pantallil" y más presencial, oral, sentimental, personal...
Me encanta esta entrada, enhorabuena!
Un abrazo

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

Muchas gracias, Transi, por acercarte a esta hoguera.
Otro abrazo para ti.